c i n c o

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¡Estos celos me hacen daño, me enloquecen!

🍨🍧

Era un día como cualquier otro en la dulcería de Kim Joonmyun, las aves cantaban afuera, las personas iban y venían, la risa de los niños se escuchaba hasta la siguiente cuadra. No había nada de ese día que estuviese fallando; aunque Irene odiaba el aroma del algodón de azúcar y el dulce excesivo, podía fácilmente soportarlo porque bueno, ya se había acostumbrado, de tal forma que hasta ahora ni entendía cómo había logrado equilibrar los estudios con su trabajo. Todo iba a pedir de boca.

-Un helado de frambuesa, por favor -pidió la amable cliente, del otro lado del mostrador.

Irene sonrió a todo lo que daba, porque eran de esos días en que nada podía salir mal, que los astros se habían alineado para que ella tuviese unos de los mejores días de trabajo.

Chanyeol estaba a su lado, él no parecía estar teniendo el mismo día alegre de Irene, comenzando porque llegó tarde y tenía un monumental chupete en el cuello lo suficientemente visible como para que uno de los niños le preguntara de qué tamaño era el mosquito que lo había picado. Chanyeol hurañamente le había respondido que «No fue un mosquito, fue un pequeño pero peligroso vampiro, si lo ven en la calle, tengan miedo de él». Irene no quiso preguntarle quién era ese supuesto vampiro que le había picado, no era su incumbencia, lo que sí le dijo fue algo que sonó como «Chanyeol, deja de asustar a nuestra clientela infantil» cosa que fue respondida como un gruñido y todo terminó con ella sonriéndole a los niños y diciéndole que el «Gigante idiota sólo está enojado, no le hagan caso, pequeños». Los niños cambiaron su cara de total terror a una de alegría cuando le contó que Chanyeol era una especie de héroe, y que su molestia era porque había dejado escapar al villano la noche anterior.

Irene estaba haciendo de las suyas, y se divirtió mucho usando el mal humor de Chanyeol para entretener a los pequeños, incluso a los ancianos que iban escapados de sus hijos quienes velaban por su azúcar alta, «Si pido de yogurt natural a lo mejor no me muera tan rápido» dijo el abuelo Huang. Irene tuvo bastante conversa con él y con su pequeño nieto Tao.

No había forma que ese bonito día se pudiese convertir en algo malo; de hecho, faltaba sólo media hora para cerrar el local, media hora para que Irene declarara ese día como El Mejor De Todos Los días, o lo que era lo mismo El Mejor Día Libre De Oh Sehunes.

Pero algo que se debía aprender de la vida, y más si es la vida que se vive en el fanfic de dudosa procedencia de una desempleada recién titulada y con mucho tiempo de ocio es que, nunca se puede cantar victoria, y que siempre, incluso en el segundo cero, algo podía pasar.

Y dicho y hecho, algo pasó.

Primero, Oh pero él estaba coqueteándote Sehun apareció por las puertas del local, la campanita en lugar de hacer "Tin, tin, tin" hizo una especie de "Chan, Chan, Chaaaaan" -inserte rayos, truenos y centellas.

Pero lo más trágico de todo no fue en sí la llegada de Sehun al local, sino más bien su compañía. Sehun tenía una sonrisa de oreja a oreja, cosa muy pero muy raro en él, venía tomado de la mano con una chica, una muy pero muy bonita. La chica tenía el pelo bastante corto, de un bonito castaño claro, su piel y facciones eran perfectas. Irene nunca había visto tal belleza; tenía esta forma de vestir muy parecida a la de su compañera de clase Amber, algo así como poco femenino, pantalones más o menos ceñidos, y camisa ancha, pero era una chica sin duda, su dulce rostro así se lo gritaba; y el que Sehun la tratase con tanta delicadeza sólo confirmaba sus sospechas.

Quiero un Algodón de Athucar → HunReneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora