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Pasaba el vino de un lado otro dentro de su boca, sin comprender aun como era posible que existieran catadores del mismo si todos los que había probado sabían exactamente iguales, no servía para las cosas de sociedad. Se acomodó en su silla después de observar la hora en su reloj.

11: 56. Marcaba, ya casi era el momento y él sentía la euforia dentro de su interior. Bien conocidos eran sus dotes de orientador motivacional, esta sería un pequeña experiencia para su amigo, algo leve en comparación a lo que había visto en otras personas, pero se imaginaba que en el caso de Kuroko sería un esfuerzo casi mayor. 

Jugaba con el anillo que colgaba de su cuello en una cadena mientras observaba la copa, no tenia idea de que era exactamente lo que ocurriría aquella noche, pero ya se había hecho a la idea de que sería algo grande, tenía ese presentimiento, esa pequeña antorcha en su interior estaba encendida esperando hacer una explosión de fuegos artificiales.

Algo vibró en su interior al ver a su amigo ingresar de regreso a la sala acompañado de la chica y por supuesto no fue efecto del alcohol aquella sensación, porque presentía que algo había ocurrido, algo fuerte, lo notaba en su mirada y eso casi le hace estallar de emoción. En la mirada del muchacho peli celeste, habían calma y euforia. Como una combinación de fuego y agua.

Se acomodó apropiadamente en el asiento y educadamente rechazó la oferta del camarero de recibir otra porción de aperitivos. Ya había iniciado. 

Akashi tomó la copa en su mano y su esposa le hizo el favor de tomar un cubierto para golpear la suya levemente y llamar la atención de los presentes. 

  — Quiero agradecer a todos por... 

Mientras Akashi hablaba la mirada perdida de Kuroko se conectó con la de Kagami, comunicándose a través de sus pupilas se dijeron todo y a la vez nada.

Algo había ocurrido...

Solo un poco mas...

Ya no había miedo...

No más...

 La mirada de Akashi desconectó sus ojos de los del otro pelirrojo. Esa era su señal.

Se levantó de su asiento y mientras el chico de ojos heterocromáticos  seguía dando su discurso, aprovechó aquella, a veces favorable, falta de presencia suya. Se paseó por las orillas de las mesas viendo las expresiones entretenidas de todos, sintiendo calma, como si lo que escuchó minutos antes lo hubiera anestesiado. 

Miró a todos en general sintiéndose ajeno a lo que estaba viviendo en ese momento, ajeno a la situación, ajeno a todos los presentes excepto una persona.  Caminó unos cuantos pasos a la izquierda y sin mas preámbulos dio con quien le ayudaría a romper su hechizo aquella maravillosa noche. 

Agradecía plenamente que estuviera ahí.

Se sentó en el taburete pasando sus dedos por la teclas sin emitir sonido, respiró tranquilo sintiendo el aire solo un poco más limpio. Suspiró, como si aquel acto vital fuera suficiente para sacar todos los sentimientos que llevaba dentro. Y rió parsimonioso al notar que no sería así. 

Kagami metió una mano en su bolsillo y en uno de sus dedos enredó las llaves del auto. Sonrió orgulloso al notar como la primera tecla hacía su aparición y desvergonzadamente ahogaba las palabras del hombre del discurso.

Entonces Akashi calló y sorprendido miró a Kuroko, y no solo él, sino su esposa a lado de todos los presentes, quienes curiosos voltearon la mirada hacia el precioso ángel de piel pálida que en ese momento diría todo lo que no pudo decir durante años y la gente escucharía, de eso estaba seguro. 

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