Supervivencia

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-Salvado por un inodoro.- Pensaba, luego de recuperarme del shock de la situación- ¿Qué hago ahora? No sólo tengo que encontrar gente que siga con vida, sino que además tengo que cuidarme de esos perros.

No me encontraba en la mejor situación de todas: la idea de los perros constantemente asechando y con la posibilidad de que me almuercen invadía mi cabeza en todo momento. Para colmo, cada tanto escuchaba las pisadas de esos monstruos caninos, como si estuvieran cuidando su zona... Y se me ocurrió algo.

-y si, tal vez... ¿Sólo resguardan este sector del centro comercial?

La idea ni bien surgida no era muy práctica. El pasillo por el que estaba daba un giro a la derecha, y metros después de esta, dos hileras de escaleras mecánicas: unas que subían y bajaban hacía el segundo piso, y el otro par hacía lo mismo pero para este. En síntesis, debía correr lo más rápido posible hacia la escalera y bajar un nivel. Únicamente bajar, debido a que si la idea no resultaba debería enfrentarme a esas bestias lo quiera o no. Después de pensarlo por varios minutos, intenté buscar formas de evitar un vistazo por parte de estos pseudo-animales.

-Tendría que esperar a que deje de oír sus pasos- pensé, pero rápidamente dejé esa idea de lado- No, sería estúpido tratar de dejar las cosas a la suerte... Además, no tengo el mejor oído del mundo como para creer que están lejos.

No conocía absolutamente nada de esos seres en ese entonces, así que trataba de evaluar mis posibilidades en base a mi primera impresión... Obviamente, dejando de lado el pánico.

-El Alfa es el más grande de los tres, eso es seguro. Por sus apariencias, también debe de ser el primero en alimentarse... Suponiendo que esos dos se estaban alimentando cuando los encontré, y que se habrán quedado resguardando el terreno cuando desaparecí, no deben haber comido todavía, por lo que deben estar bajos de energía.

No se que fue lo más impresionante de mi deducción: el hecho de que me sentía todo un Sherlock hablando de esa manera o la cantidad de fallos que podía tener esa hipótesis. En fin, al menos me sentía aliviado, puesto que mis posibilidades no eran del 0%.

Aferrado a esa idea, intenté pensar en una segunda opción. Algo que pudiese utilizar en caso de tener un enfrentamiento cercano. Salí de mi escondite y recorrí todo el baño. Lejos del hedor (ya que, de tanto estar escondido me acostumbré al aroma) Había papel higiénico y vidrios rotos; No era mucho, pero por el momento serviría de algo. Tomé un par de los vidrios más grandes y los dejé en el bolsillo de mi pantalón, el papel higiénico iría en el otro bolsillo, pero no podría llevarlo todo así que saqué lo que mas pude. El vidrio más grande que pude encontrar sería mi arma predilecta al momento del encuentro. El plan era simple: Buscar un momento adecuado en donde puede caminar hasta las escaleras mecánicas y bajar. En caso de encontrarme con los perros, correría hacía la escalera, teniendo en cuenta que tarde o temprano sólo quedaría el Alfa. En el peor de los escenarios, usaría los vidrios del espejo para cortar a la bestia y en caso de que se me genere una herida, el papel podría cubrir el sangrado.

Busqué el momento preciso, y cuando no sentía absoluto movimiento, abrí la puerta y caminé lejos de los cuerpos que había encontrado anteriormente. Caminé de manera silenciosa y pausada, esperando que los "animales" no se percaten de mi presencia. En cuanto encontré la escalera mecánica, di un par de pasos más acelerados (¿habrá sido la euforia, quizás?) Y salté a la escalera. Me sentí aliviado, me volvió el alma al cuerpo. Todo había salido según el plan, hasta que...

-Mierda.

De todas las situaciones posibles, esta era la más bizarra: ¡Los malditos perros estaban subiendo por las escaleras de al lado!


Diario del viajeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora