Perspectiva (capítulo 1)

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Tal vez un niño pequeño no pueda opinar tan libremente sobre su visión o punto de vista del amor, pues un niño prácticamente aún no se enamora, sabe que es su momento para disfrutar la vida y no se enfoca en otra cosa más; pero qué sucedería si le preguntamos aun adolescente, de entre 15 y 18 años, por sentido común su perspectiva tiene que ser diferente, lo que si es inevitable es toparse con el amor. Precisamente es eso a lo que quiero llegar.
Cuando solía ser un niño combiné muy inocentemente mi infancia con el amor.
Resulta que cuando tenía aproximadamente 2 años, la primer mujer en mi vida, llegó. Nada más y nada menos que una niña rubia, de ojos verdes, llamada Erin, con una cabellera china y tan larga que fácilmente podía caminar arrastrandola.
Mi madre y su mamá eran grandes amigas, pues se conocían desde hace años, el papá de Erin y mi mamá se conocían desde la adolescencia, mi mamá solía trabajar como enfermera en la cruz roja, por azares del destino tanto trabajaban, como iban a la escuela juntos, esa relación de amistad duró mucho tiempo, mientras que a la vez al nacer yo en febrero y ella en abril solamente le llevaba 2 meses de diferencia, esa gran amistad de niños inocentes fue tan intensa y curiosa que poco a poco nos encariñamos y nos empezamos a ver de una manera tanto extraña como confusa.
Seguido al salir de la Iglesia en domingo, por la tarde, todos íbamos al rancho de mi tío para pasar el rato, todos los domingos cosecutivamente solíamos ir a pasar el rato jugando fútbol, boleyvol, nadando en la alberca, o bien en el pequeño chapoteadero con el que Erin, Ángel, Carlos, Paola, Brenda, Martha, y todo resto jugábamos muy ansiosos, mientras que Erin y yo aprovechabamos el tiempo y nos solíamos besar, un beso de niños inocentes.

Y Todos Se VanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora