Tiempos de bronce (capítulo 3)

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El día que me gradué del Kinder  fue uno memorable,  que nunca podré olvidar, pues estuvimos en el teatro Pedro Díaz y fui de trajecito. Me dieron mi reconocimiento y me regalaron una lunetas, me las estaba comiendo en plena ceremonia y ya tenía las manos muy sucias, llenas de chocolate.  Eso me recuerda a la vez que, antes de terminar el kinder, actuamos como los 3 cochinitos mi amigo Lalo, Adrián y yo. Curiosamente Estefanía no participó en esa obra, por lo que esa vez no me afectó tanto. Esa vez me tenían que dar un pastel de chocolate de utilería, pero no lo consiguieron y me dieron uno de verdad, así que como soy amante del chocolate hallé la forma de abrirlo y en plena obra me lo empecé a comer, la maestra Flor me decía que debía seguir con la obra, pero aún recuerdo el sabor de ese pastel, estaba muy rico jajaja, tuvieron que ir y quitarme el pastel porque los 3 cochinitos debían continuar.
Así tal como en esa ocasión me sucedió en mi graduación, ne ensucié comiendo,  y a la vez debía tener mis kleenex listos porque era el final de la época más memorable de toda mi vida. Lloramos con las maestras a quienes queríamos mucho y estimabamos, porque eran como nuestras madres, nos habíamos encariñado con ellas mucho, y nos iba a ser difícil dejar de vernos todos los días,  pero lo que más extraño,  es ver a Estefanía, nunca más la volví a ver hasta la fecha,  no sé cómo puedes ver a una persona como algo tan común y corriente en tu vida, y en un abrir y cerrar de ojos, esa persona desaparece, y no te das cuenta que lo tenías todo con él o ella, y ahora ya no más.  Ojalá pudiera decir que Estefanía fue algo pasajero, pero se volvió mi vida entera, resumida en una sola persona,  en tan solo un recuerdo,  de alguien muy importante en mi infancia,  y a la vez, alguien que extraño mucho en mi presente.
Al final, toda experiencia que pasé en kinder, me marcó para toda la vida, pues aún ahora, de vez en cuando, me vienen a la cabeza chispazos, recordando cosas como desayunos en el recreo con mis amigos, la vez que Adrián y yo jugábamos en el recreo y una vez que accidentalmente me pegó en la cabeza. Cosas que uno no recuerda tan bien, pero de pronto te vienen a la cabeza, y te pones de buen humor. Esos días acabaron, pero los chispazos pueden ayudarme a recordar.
Poco a poco, sin darme cuenta fui olvidando a mi kinder y todo lo vivido allí en cierta forma. Pues no sabía, era solo un niño inmaduro, ahora veo a los niños, sé que si supieran que después es probable que se arrepientan de no valorar cosas, momentos o personas como yo, en aquel entonces,  no van a dejar de lamentarse el resto de sus días,  o de preguntarse,  ¿Por qué no le tomé importancia? Y es lo que me pregunto ahora, sé que no fui el más maduro, pero sé  que pude disfrutar mi vida aún más,  y todos los momentos son únicos e irrepetibles.
Si se trata de algo como recuerdos,  entonces es difícil no arrepentirse, pues algo que supe algo tarde, pero no tanto,  fue que esos tiempos pasan, pero es solo cuestión de tiempo para que vengan tiempos mejores, si se trata de algo como cosas, ésas son a lo mejor valiosas, pero las cosas materiales, objetos preciados pueden teneder a romperse, acabarse o perderse, hay gente que les da mucha importancia,  pero al fin y al cabo, son objetos, que algún día se acabarán.
Pero con lo que más debemos tener cuidado,  es con las personas, pues nadie es reemplazable,  una persona es alguien que te marca, sea para bien o para mal. Puede haberte maltratado y hecho un mal, pero aún así no lo olvidas,  y lo sigues recordando, pero es mejor cuando se trata de una persona que te marcó con bonitos recuerdos, cosas que no puedes olvidar, y aún cuando sean bonitos,  no eres lo suficientemente maduro como para admirar a esas personas, algo parecido tristemente me sucedió.
Cuando tenía 8 años, en 2009 mi abuelita falleció, era de esas personas que te dejan con bonitos recuerdos. Ella me quería mucho,  me consentía mucho, si quería alguna comida en específico ella iba y me la preparaba,  siempre me cumplía los caprichos que quería,  sin duda alguna estos fueron tiempos memorables en mi vida.
Mi papá era muy cariñoso conmigo pero había un problema, él solía estar ausente 6 meses siempre, como es ingeniero agrónomo solía trabajar sin cesar durante la época de cosecha de la caña (de noviembre a mayo) (de mayo a diciembre era el tiempo libre en el que podía estar más con nosotros), 6 meses eran de estar presente con nosotros y demostrarnos amor y afecto físico y los otros eran muy difíciles y a veces no nos veíamos porque llegaba muy tarde a la casa y cansado.
A pesar de que durante el kinder fui de los añumnos más destacados comence a tener problemas con mi desempeño en la primaria, me volví flojo y dejé de ser de los alumnos más sobresalientes, esto se debe a que mucho en mi vida había cambiado, mi abuela quien estaba siempre conmigo ya no estaba, varias personas que frecuentabamos dejaron de vernos todo el tiempo después del fallecimiento de mi abuela, algunos familiares tuvieron problemas con nosotros,  yo estaba creciendo y cambiando, pasamos varios meses en casa de mi abuela porque mis papás estaba cuidando a mi abuela cuando estuvo enferma, muchos cambios afectaron mi desempeño, no es justificación pero es la única explicación que encuentro a por qué comencé ir mal en matemáticas y a fallar en la escuela. Mi papá y mi mamá fueron los encargados de enseñarme muchas cosas que no entendía por tener una pésima concentración,  el detalle es que mi papá no tiene paciencia y eso lo llevaba a perder los estribos conmigo y pegarme varias veces y hacerme llorar. Eso hasta la fecha me hizo odiar las matemáticas y creerme un total inepto e incompetente para ellas.

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