El asistente de Cristhian entró al gimnasio para darle su informe diario sobre los progresos de Elizabeth , tuvo que hablar mientras su jefe pegaba incansablemente contra la bolsa de boxeo. Últimamente no le bastaba con agotarse en el trabajo también necesitaba descargar sus emociones y el ejercicio físico era lo mejor.
Estaba muy feliz por las buenas noticias sobre Liz, pero al mismo tiempo se sentía mal por no poder estar junto a ella, quería ser la persona en quien se apoyara ahora que sus pasos eran tambaleantes, quería asegurarse que no se cayera y si caer era inevitable, quería estar para levantarla.
Pero no podía. Y eso lo tenía al borde.
Había esperado a aquella pelirroja desde que tenía siete años, si quería que tener una oportunidad más con ella , debía resistir, aunque tuviera que luchar contra su propio instinto de ir corriendo a protegerla.
Elizabeth había vuelto a caminar, y aunque le quedaba más tiempo de rehabilitación, sabía que aquella leve cojera jamás se iría. Bailar de nuevo en un escenario sería imposible, estaba empezando a aceptarlo y a pensar en otras opciones para su vida.
Incluso había decidido volver a su departamento, se había comunicado con Cristhian a través de su secretario para informarle que abandonaría la casa que le había dado. Había esperado que él apareciera y armara un escándalo ,pero simplemente había transmitido su acuerdo con aquel plan.
Camille se había ofrecido a ayudarla a ordenar su departamento para dejarlo habitable nuevamente, así que la mudanza fue mucho más fácil.
-¿Cuándo vuelves a Londres? – preguntó Elizabeth a su amiga mientras ingresaban al departamento.
-La semana que viene, ¿no quieres venir conmigo?
-No, aún no. Todavía no me siento cómoda para eso.
-De acuerdo, ¿qué quieres hacer?
-Supongo que lo primero será comprar comestibles.
-Me parece que eso no será necesario, Liz.
-¿Qué? - preguntó confusa.
- Creo que eso es comida – dijo señalando unas bolsas que había sobre la mesada de la cocina. Elizabeth fue a ver y efectivamente eran comestibles, había de todo, incluso tabletas de chocolates. Aquel hombre estaba empezando a irritarla y lo más lamentable era que lo extrañaba terriblemente.
-Deberías llamarlo y agradecerle – comentó Camille mirando sobre su hombro.
-No aún.
-Es una pena, estoy segura que lo hizo con esa intención.
-También yo, por eso no llamaré aún.
-¿Y cuándo lo harás?
-Cuando me sienta fuerte para ser una digna rival, cuando pueda ganarle a Cristhian Kensington.
-Estoy empezando a creer que ciertamente son tal para cual, tercos y tratando su relación como si fuera una pelea que deben ganar.
-Somos un poco extraños ,pero creo que ese instinto de pelea es lo que nos ha hecho sobrevivir.
-¡Qué haré contigo! –exclamó Camille y Liz respondió con una sonrisa.
Esa misma pregunta se la hizo ella misma a lo largo del mes siguiente, continuó con la rehabilitación diligentemente y también asistió a sus sesiones con su psicóloga. Compró ropa nueva, fue a arreglar su cabello y tomó tiempo para sí misma, hasta que un día se al verse al espejo volvió a encontrarse.
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Heridas de Amor
RomanceSe habían amado desde niños, se habían separado una y otra vez hasta que sus vidas finalmente tomaron distintos rumbos, ahora una tragedia vuelve a reencontrarlos. Elizabeth Beaumont era una mujer llena de vitalidad y energía, una talentosa bailarin...