Capítulo 4

8.6K 859 36
                                    

Dos días después, Cristhian Kensington apareció cuando le dieron el alta.

-¿Estás lista? – le preguntó al entrar a la habitación Una enfermera había guardado todas sus cosas en un bolso y el empleado de él se llevó el equipaje mientras Cristhian se detenía frente a ella que se había negado a dejar la cama y que la pusieran en la silla de ruedas.

.-No, no quiero irme de aquí, y menos contigo. ¿Dónde está Robert?

-Trabajando supongo, ya te dije que con mucho alivió dejó que yo me hiciera cargo. Bien , lista o no, nos vamos de aquí. A ninguno nos gustan demasiado los hospitales así que ya deja de hacer pataletas..

-No iré en esa maldita silla, no me iré de aquí...

-De acuerdo – dijo él y sin más la levantó en brazos y la sacó de la habitación.

-¡Cristhian!

-Deja de portarte como una cobarde Elizabeth, no va contigo – le dijo y ella avergonzada se calló ya era demasiada vergüenza que él la llevara cargada a través del hospital de esa manera. La gente o dejaba de mirarlos, no tuvo más remedio que dejarse llevar y esconder la cara contra su hombro. Llegaron al auto y sin soltarla, ayudado por el chofer, con extremo cuidado, entró en la parte de atrás.

Ella quedó sentada sobre la falta de él mientras la sostenía y sus piernas extendidas en el asiento.

El asistente de él iba sentado delante, Liz lo había alcanzado a ver guardar la silla en ruedas en el baúl, pero no quería pensar

-Vamos – ordenó Cristhian y se pusieron en marcha. Liz hubiera deseado que además de inmóvil pudiera estar insensible, porque era plenamente consciente del cuerpo de él al de ella.- Relájate y descansa hasta que lleguemos – indicó el hombre y ella estuvo tentada de insultarlo. Como si fuera posible relajarse, toda su vida estaba dando vueltas y él era un tornado que arrasaba con todo, con su sentido común, con su corazón, con su alma.

¿Cómo iba a hacer esta vez para escapar de él cuando sus piernas no le respondían?

Se adormiló un poco y despertó cuando el auto llegó a destino. Escuchó al chofer descender y sacar la silla de ruedas del baúl.

-Llegamos ...-dijo Cristhian en voz baja y ella se dio cuenta que estaba acomodada entre sus brazos. Probablemente estaba adormecido por sostenerla en aquella incómoda posición.

Ella tomó una bocanada de aire profundamente . Él la acomodó contra el asiento y se movió para bajar. Entonces ella miró hacia afuera y se dio cuenta que no estaban en un lugar que conociera.

-Cristhian...-dijo en voz baja a la vez que él descendía del auto y luego se inclinaba para tomarla en brazos y sacarla.

-Cristhian....ésta no es mi casa...- aseveró mientras él la acomodaba en la silla de ruedas.

-Es tu nueva casa – dijo él- ha sido completamente acondicionada para que puedas moverte con comodidad.

-Quiero ir a MI casa, llévame allí.

-Elizabeth, vives en un departamento en un cuarto piso, a pesar del elevador será difícil moverte, no tiene ninguna comodidad para tu condición actual y es una completa insensatez regresar allí. Aquí estarás bien...

-No vas a dirigir mi vida, quiero ir a casa.

-Esta es tu casa por ahora, hasta que estés bien. Tus cosas ya han sido trasladadas aquí, así que ahorrarte la pataleta.

-¿Qué soy? ¿Una amante a la que le pones una casa en las afueras de la ciudad y abandonas allí? ¿Qué clase de películas clase B has estado viendo?

Heridas de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora