Sorpresas.
Esa noche todo estaba tranquilo, los patrones no estaban, y Simón se encontraba fumando un cigarrillo en dl balcón. Soltaba el humo por la nariz, relajándose.
Luna entró en el balcón, y Simón apartó el cigarrillo de la boca.
—Tranquilo, puedes seguir.
—Gracias— suspiró.
Era el primero que encendía, y no bastaría para calmar la ansiedad que tenía.
—¿Puedo preguntarte algo?— Luna lo miró.
—Ya lo estás haciendo—contestó Simón.
—¿Por qué fumas?
Él la miró, con las pupilas dilatadas por el humo.
—Para escapar.
—¿De qué?— insistió ella.
—De la vida de mierda que tengo.
Luna lo miró con pena. Sabía que Matteo tenía una vida difícil, pero nada comparada con la de Simón.
—Te entiendo— le dijo ella con sinceridad— Sólo que yo no me daño a mí misma.
—Si vienes a insultarme, mejor vete.
Ámbar apareció en el balcón, y Luna se esfumó antes de causar problemas.
Ámbar lo abrazó por la espalda. Simón andaba raro, distante y callado.
—¿Qué tenes?— le preguntó la rubia en un susurro.
Él apretó los ojos cerrados, y se tragó el nudo en la garganta.
—No es nada.
Ella cerró los ojos y una lágrima se deslizó por su mejilla.
—Te dejo tranquilo.
Estaba dispuesta a irse, pero Simón la tomó del antebrazo; atrayéndola con rapidez y pegándola a su pecho.
—No te vayas— murmuró— Yo... no sé lo que me pasa, perdona si te trato mal, no es mi intención pero... —soltó un suspiro— Es tan complicado...
—Está bien, está bien, shhh.
Simón soltó el cigarrillo y la tomó por las mejillas; estampando los labios contra los suyos.
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Matteo estaba jugando a la Play en el living cuando Luna bajó.
—¿Cómo estás hoy, Rox?— le preguntó Matteo, apagando el videojuego.
—Cansada, supongo— le sonrió— ¿Tú? ¿Qué haces jugando juegos tan tarde?
—No podía dormir— contestó, con simpleza.
Eso de que Matteo estaba enamorado de Roxanne (Luna) era evidente. Sus ojos se iluminaban completamente cuando ella pasaba con la escoba a su lado, o cuando le daba los buenos días.
—¿Quieres jugar? —le preguntó él.
—Ay, es que yo no sé...
—Te enseño— se adelantó— Sólo, no me dejes solo.
El corazón de Roxanne se derritió, y con una sonrisa se sentó a su lado. Matteo le tendió un control, y puso el juego de nuevo.
—Ahora, tienes que apretar el botón rojo.
—¿Este?
—No, no, el rojo.
—Hay muchos rojos, santo dios.
—Este, mira...— puso sus manos sobre las de ella, y sintió una corriente eléctrica recorrerlo cómo un rayo.
Marrón y verde haciendo una batalla interna. Matteo se acercó, tanto que podía sentir su nariz rozando su mejilla...
—¡Chicos! —se separaron con rapidez— Llegaron sus papás, vayan a dormir.
Luna estaba roja.
Matteo... ¿casi me besa?
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Mafia Valente.
FanfictionEn Buenos Aires, sólo había una regla: Jamás meterse con los Valente. (Lutteo, Lumon) Con los personajes de Soy Luna.