La vida de Elsa, Reina de Arendelle, cambiará drásticamente al encontrarse con un apuesto príncipe de un reino vecino, Jack Frost. Quien la sumergirá en un mundo nuevo, lleno de placer y aventura. La única cuestión es, ¿A qué nivel podrán llevar es...
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Eran tiempos de dicha y felicidad en Arendelle pues la princesa Anna estaba apunto de contraer matrimonio.
Los preparativos para la boda estaban ya todos listos. Flores blancas adornaban la entrada del puerto, los invitados estaban por llegar y dentro del palacio reinaba un aura de emoción en el aire. Sin embargo, no todos compartían esa emoción; había alguien quien buscaba desesperadamente a la novia y que no tenía el lujo de emocionarse, después de todo, su hermana la había dejado a cargo de todos los preparativos.
-¿Anna?- Elsa abrió la puerta de la última habitación del pasillo. Llevaba ya un buen rato buscando a su hermana, quién tenía que prepararse para la ceremonia y que aún no había arreglado para nada su imagen. -¿Anna, estas aquí?- volvió a preguntar en voz alta esperando una respuesta. Nada, otra habitación vacía.
Elsa hizo una mueca de desagrado y cerró las puertas. Se suponía que tendría que encargarse de que su hermana este vestida y lista para el altar antes de que llegaran los invitados mas ya había desperdiciado mucho tiempo buscándola y no tenía idea en dónde podía estar.
-¿Dónde? ¿Dónde estás?...-Elsa recargó su frente en la puerta cerrando los ojos, tratando de calmarse y pensar claramente. Le era casi irreal que en tan poco tiempo su hermana menor haya decidido casarse, no lograba comprender lo que tuvo que pasar para que llegaran a eso y, de manera casi inconsciente, le molestaba de cierta forma el hecho de que Anna llegara primero a esa etapa de su vida antes que ella.
-Se ve todo tan hermoso...-
De repente una voz familiar la sacó de sus pensamientos. Justo a su derecha se encontraba un gran ventanal que mostraba una hermosa vista al jardín trasero del palacio en el cual ella había ordenado que se colocaran carpas rodeadas de flores blancas, velas sobre agua congelada como centro de mesa, manteles blancos de la tela más fina del reino, todo lo necesario para que la boda de su hermana luciera perfecta.
Se suponía que sería sorpresa el detallado arreglo del jardín, sin embargo, cuando Elsa se acercó al ventanal para verificar aquella familiar voz los deseos de que fuera de esa forma se esfumaron. Ana se encontraba ahí, a lado de todas las damas encargadas de colocar las flores restantes en las mesas.
Elsa no pudo evitar sentir una ráfaga de enojo. <<Todo el esfuerzo buscándola fue en vano, ella estaba ahí desde el inicio>> pensó agotada. Pero de inmediato la sensación de desagrado se desvaneció, su hermana se veía tan radiante de alegría que de inmediato sintió un inmenso cariño hacia ella.
Se dispuso a salir hacia el jardín y en poco tiempo ya estaba donde su hermana.
-Anna, estuve buscándote por todas partes.-preguntó Elsa mirando con cariño a su hermana pero con un frío tono de voz.
-Elsa, ¡¿Tú hiciste esto?!- preguntó con felicidad Anna sosteniendo un ramo de las tantas flores que adornaban el lugar, ignorando el comentario anterior de Elsa.
