Tenemos un plan

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Rápidamente empecé a insultarlo por haberme traicionado, le dije que lo mataría y que ni se le ocurriera volver a llamarme. Entonces colgué el auricular y regresé a mi dormitorio, echando humo por las orejas. ¿Qué pretendía suplicándome que lo perdonara? ¡Jamás se lo perdonaría!

Me tumbé en la cama y me acurruqué debajo de las sábanas, con intención de seguir durmiendo. Aunque dudada que pudiera dormir. Era tanta la rabia que sentía que olvidé preguntarle a Benjamín de dónde había sacado el número de teléfono de la casa.

Al cabo de unos segundos el teléfono volvió a sonar. Lo ignoré, tapándome los oídos con la almohada. Sin embargo, éste no paraba de sonar.

—¿QUÉ QUIERES? —rugí.

—¡Al fin contestas! —esa no era la voz de Benjamín.

—¿Julia? ¿Por qué llamas a este número?

—¡Te he enviado un montón de mensajes al celular! —recordé que había dejado el celular en silencio. Era agradable escuchar la voz de mi amiga, pero no me encontraba en las mejores condiciones para charlar. 

—Lo siento, estoy algo ocupada —mentí, deseando volver a la cama. También olvidé preguntarle a ella de dónde había sacado el número de la casa. ¿Se los había dado yo?

—¡Tenemos algo importante que decirte! —anunció, exaltada.

—¿Tenemos?

—¡Sí! —oí las voces de Lautaro y de Rubén en el fondo— ¡Tenemos un plan para que puedas regresar!

Suspiré. Lo que faltaba. ¿Un plan? ¿Regresar a dónde? ¿Se habían vuelto locos?

— ¿Ah sí? —traté de tomármelo con humor y no hacerlos sentir mal. Apreciaba la intención, pero las vidas de mi madre y la mía estaban allí, en el pueblo. Este era nuestro hogar, mudarnos a la capital nunca había sido una buena idea, desde el principio. Yo también los extrañaba, pero no había nada que pudieran hacer. Simplemente, tenían que aceptarlo— ¿Y en qué consiste ese plan?

—¡Ah! ¡Y también para que Julieta pueda regresar! —que mencionara a Julieta me produjo un nudo en el estómago, y ya no quise escuchar más. Le colgué, pero esta vez desconecté el aparato. ¡Yo no quería volver a la ciudad, y no quería volver a ver a Julieta! ¿Por qué mejor no me dejaban tranquila? ¿Por qué mejor no hacíamos como si nada hubiera pasado, y seguíamos adelante con nuestras vidas?

Volví a la cama y conseguí quedarme dormida. Un par de horas después, cuando ya era de tarde, desperté con la espalda y la cara transpiradas a causa de una pesadilla horrenda. 

Sobresaltada me incorporé en la cama y vi que mi celular estaba vibrando. Tenía una llamada de parte de un número desconocido. Precisé un segundo para secarme la cara y estabilizarme antes de agarrar el móvil y contestar.

— ¡¿CUÁL ES TU PROBLEMA?! —dijo una voz que me resultó familiar pero que no llegué a reconocer, reventándome los tímpanos.

—Lo siento, número equivocad...

— ¡GABRIELA! —¿Cómo sabía mi nombre?— ¿POR QUÉ NO ATIENDES EL MALDITO CELULAR? ¡PARECEMOS IDIOTAS TRATANDO DE CONTACTARTE!

Caí en la cuenta de que era la voz de Sofía.

— ¿Quién te dio mi número? —primero Benjamín, después Julia y ahora Sofía. ¿Era el día de las llamadas inesperadas, o qué?

—¡SAL AHORA! —me ordenó.

Me calcé las pantuflas apresuradamente y me dirigí a la puerta de la calle. Algo extraño estaba sucediendo, algo muy extraño, y tuve la sensación de que no iba a gustarme averiguarlo.

VOY A MATARTE (Tema lésbico)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora