19

11 2 0
                                    

Flashback.

Por favor, no me hagas daño. — Dijo la rubia con las manos juntas intentando mejorar la actitud del hombre y casi llorando. — Yo no he hecho nada de eso. — Mintió. Pero la forma en la que lo dijo, hubiera hecho dudar a todo el mundo, pero a él no, ya él sabía la verdad.

— Deja de mentir, Cloe. Sé todo. Eres una maldita drogadicta y no puedo dejar que nadie se entere de esto. — Respondió su padre con voz autoritaria y fría, haciendo que a Cloe se le salieran unas lágrimas más.

— ¿Qué quieres decir? — La voz le temblaba y era casi inaudible, pero él ya presentía esa pregunta.

— Que vas a tener que superar esa droga y hasta que no lo hagas, te quedarás completamente encerrada en el ático. — Dijo simplemente, de repente Cloe se arrepintió de tantas cosas.

— No me hagas eso, lo superaré rápido pero por favor no me encierres. — La voz estaba llena de terror, nunca se le había ocurrido que ese hombre fuera tan cruel.

Él simplemente sonrió y negó con la cabeza. Siguió guiándola esposada al ático, sin darle ninguna oportunidad de escapar. Cuando llegó y abrió la puerta, en vez de dejarla ahí, la empujó ferozmente haciéndola chocar con el piso y rompiéndole un poco el labio. Ella sólo siguió llorando, no tenía más fuerzas para pelear o insultar como mínimo.

— Para que veas que no es un juego, ahí tienes comida, si la cuidas durará para un mes como mucho... si no has superado tu vida drogadicta tendrás que vivir sin comer nada, así de simple. — Se acercó a ella y besó su mejilla.

Ella se apartó bruscamente y bajó la mirada, mientras él se iba y la dejaba completamente sola.

Los días pasaban, el mes se acabó y ella aún deseaba un poco de la poderosa droga, un mes no era suficiente y tampoco la comida. Llevaba dos días enteros sin comer y había empezado a buscar desesperadamente algo para comer.

Pero descubrió algo, descubrió que no todos eran malos en esa familia, descubrió que había alguien que aún la ayudaba.

— Es todo lo que he podido traer sin que se de cuenta. — La voz de Catherine susurró para que no la escuchara su padre y le tendió una bandeja con un poco de comida bajo el espacio de la puerta.

— Gracias. — Dijo y comenzó a comer.

Los días siguieron pasando y no iban tan mal, a veces Catherine le llavaba comida y a veces se quedaban hablando un rato. Le parecía una buena chica pero la verdad era que Catherine no sabía por qué la habían encerrado... quién sabe cómo la trataría cuando se enterara.

Pero luego del día quince sin comida las cosas comenzaron a ponerse feas, su "padre" comenzó a golpearla, todos los días, uno más fuerte que el otro  y siempre decía la misma excusa: "debes aprender a vivir sin la droga o a vivir castigada." Además de que Catherine se había enterado el por qué del encierro y también le había tomado asco.

No había nadie que quisiera ayudarla, sólo había odio en esa casa, odio por algo que era entendible pero ellos lo llevaban al extremo.

Su papá la violó por primera vez, ferozmente, y le rompió una costilla durante el acto ya que ella se negaba. Pero igual ella seguía deseando inhalar droga una vez más. Estaba destrozada, no podía hacer nada en contra de ellos y lo que ella en serio necesitaba era un médico y aunque no le gustara la idea ella lo sabía; no necesitaba violaciones, golpes e insultos.

Pasaron días en los que estuvo a punto de morir ya que nadie le daba comida, se desmayó muchísimas veces y se intentó suicidar... hasta que su papá pensó un poco mejor y le siguió enviando comida, pero no dejó de violarla y golpearla.

Ahora entendía por qué nunca esa familia salía a la luz, porque si lo hacía, toda la verdad saldría también y verían los monstruos que estaban debajo de esas caras bonitas y el dinero.

Por un momento, esa chica rubia que ya no podía ni caminar ni pelear con sus pocas fuerzas... deseó nunca haber sido Cloe McCarthy.

Inocente #PBMinds2016 #CarrotAwards2017 [PAUSADA] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora