Capítulo 3: Que termine luego el día

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Addison POV

Nunca más te dejaré tomar decisiones por mi, Chloe -Le digo antes de entrar en el salón en el que sería mi verdadera tortura. Sólo escucho su risa como respuesta, hasta que un cuerpo choca con el mío.

- ¡Debes ser Addison! -Dice, soltándome un poco para mirarme-. De verdad, de verdaaaaad que son super idénticas, por cierto, soy Amanda.

Le gruño algo como respuesta a eso, su tono me irrita demasiado como para responder cortésmente y paso por su lado hacia el fondo del salón. De seguro que si me tapo con un montón de ropa, pasaré inadvertida.

En eso estaba, hasta que escucho mi apellido desde el frente de la clase.

- ¿McMillan? No sé, no la he visto entrar aún.

- Me han dicho que las gemelas McMillan tomaron modelaje y una de ellas debe de estar por... ahí estás.

Aún con el brazo en alto, miro a mi salvador en el umbral de la puerta. ¿Scott? La verdad es que ni siquiera pediré explicaciones, sólo lo veo como el que me va a salvar de la clase recreativa y de que podré salir más temprano.

- ¿Puede dejar salir a Addison? No lo pediría si no fuera algo sumamente importante.

- Si, si, como no. Siempre y cuando nos des una tarde. Todavía no olvidamos la pasarela del año pasado, Smith.

Algunas de las chicas de la clase suspiraron, mirando embobadas a Scott y bueno, siendo sincera, yo también. Sonreí cuando vi su camisa cuadrillé mal abotonada, al igual que su cabello despeinado. Definitivamente era del mismo tono que su hermano menor, sólo que en la mañana la mala iluminación del pasillo me había hecho pensar que era más oscuro. Por alguna razón se veía nervioso, como si quisiera salir pronto del salón y ¡no lo culpaba! Las plumas y las lentejuelas llenaban las paredes, algo que Chloe adoraría pero yo, vamos, yo soy la de blanco y negro ¿recuerdan?

- Gracias -Murmuro cuando la puerta del salón se cierra a nuestras espaldas.

- Es segunda vez que te oigo decir eso, vamos a tener que trabajar en ello -Se apoya en el casillero más cercano, con los brazos cruzados-. Resulta que vi tu cara de sufrimiento, mientras esperaba al mocoso y pensé en salvarte una vez más. Tienes algo que atrae, McMillan.

- ¿Huh? -¿Escuché bien? Respira hondo, recuerda las reglas y enfócate-. ¿Eres el niñero de Michael o qué?

- Ya quisiera ése, aunque casi te acercas a eso... Es el aniversario de nuestros padres y andan en, bueno, ya olvidé dónde pero no están aquí. Cuando de aniversario se trata, suelen tomarse dos semanas de vacaciones y viajan -Se mira con el ceño fruncido la camisa mal abrochada mientras hablaba-. Así que me encargo de que no se descarrilé. Luego cuando vuelven me agradecen y me dejan en paz un buen tiempo.

Me había mantenido en silencio durante toda la historia, notando como unas pequeñas margaritas se formaban cuando hablaba. De seguro se notarán mucho más si se reía, pero por alguna razón pensaba que eso sería peligroso para ambos.

- ¿No estas en edad de ir a la universidad, ya?

- Me he tomado un año sabático -Dice mientras con sumo cuidado de no mostrar nada, se arregla los botones de la camisa-. Estoy cansado de estudiar y trabajo en un taller para matar el tiempo y no gastar tanto el bolsillo de mi padre.

- Vaya, eso está bien... Aunque creo que a muy pocos nos dejarían hacer algo así.

- No tienen porqué decirme que no, es mi decisión.

- ¿Y a Michael le dejarían? -Le pregunto, ladeando la cabeza.

- Él es otro tema -Dice, frunciendo el ceño ante mi pregunta.

No digas para siempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora