Capítulo 1: Una buena impresión

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Addison POV


De ninguna manera.

- Vamos, es nuestro primer día y tenemos que causar una buena impresión.

- No, Chloe, estás loca.

- Te ves bien.. -Me dice mi hermana, palmeando mi hombro y volviéndose a buscar sus cosas.- .. bueno, yo me veo bien pero si tu eres igual a mi, sirve para ambas.

Sin siquiera mirarla, sabía a ciencia cierta que Chloe me sonreía angelicalmente, mientras me giraba mirando en el espejo el vestido que ella nos había comprado para nuestro primer día en el instituto nuevo; este era de color negro, sutil, pero todo lo que conlleva la sutileza terminaba con el color. El vestido nos quedaba por encima de las rodillas y tenía un escote que, aunque tenía que admitirlo era apropiado para nuestro pequeño pero no menospreciado busto, causaba más que "una buena impresión" para asistir al primer día del instituto en nuestro nuevo pueblo. 

Uno más para la lista.

Miré a Chloe, que seguía sonriendo mientras alisaba su propio idéntico vestido.

- Te encanta, tienes que admitirlo.

- Si lo sabes no sé para qué quieres que lo admita. -Sacudí la cabeza, tomando el bolso que, gracias a Dios, no era igual al de mi hermana gemela.

- Ya sabes lo que dijo papi sobre esto, Addi -De pronto, se le había esfumado su hermosa sonrisa del rostro, mientras jugueteaba con las correas de su propio bolso-. Es muy importante adaptarnos rápido, seguir las reglas y no meter la pata esta vez.

- Ya lo sé, nadie ha dicho lo contrario. Aunque quizás el vestido es mucho pero no importa. Vamos, llegaremos atrasadas.

Salí del cuarto que todavía mantenía todas las cajas de la mudanza y bajé la escalera corriendo, mientras escuchaba como Chloe bajaba detrás de mí. Solemos ser muy perezosas cuando de mudanza se trata, y sí, hablo en plural porque toda mi vida ha sido así... plural.

Somos Chloe y Addison McMillan de 16 años y, ¡hey! no me quejo, tener una hermana gemela es como tener una BFF que tienen todas las otras chicas, sólo que no hay forma que nos peleemos y no nos hablemos nunca más. Y aunque seamos idénticas físicamente -exceptuando por un gracioso lunar en mi glúteo que Chloe no tiene-, nuestra personalidad es todo lo contrario.

Mientras ella es todo risitas y color de rosa, yo soy la amargada y de la vida en blanco y negro. Ella está en las nubes, yo soy su cable a tierra. Y así puedo seguir, intentando que se entienda que no somos iguales psicológicamente pero al fin y al cabo nos complementamos. Aunque hay veces que los papeles cambian, pero todavía estamos aprendiendo sobre ello.

Ambas aminoramos el paso al pasar por el cuarto que tomó papá para su nueva habitación, escuchando sus ronquidos, y antes de salir por la puerta oigo como Chloe aguanta la respiración sabiendo que fue un intento de no pegar un chillido. Se devuelve, dejando un post it pegado en la puerta por la que todavía se escuchaban los ronquidos y luego vuelve junto a mi, que me había quedado esperando en el umbral de la puerta de la nueva casa.

- De todas formas C, no creo que vea el mensaje hasta que volvamos. Lo escuché llegar hace como dos horas solamente. -Chloe sólo se encoge de hombros a modo de respuesta. Ella siempre le iba dejando post it diciendo dónde íbamos y a qué. No es que a papá no le importe, pero por una graciosa razón, nunca los leía antes de que nosotras llegáramos a acompañarlo. 

Le echo una mirada rápida al post it donde una delicada caligrafía dejaba en claro de que íbamos a clases y que luego nos demoraríamos una hora en llegar a casa porque intentaríamos encontrar algún trabajo de medio tiempo. Además de claro, muchos besos y abrazos que ocupaban el resto del pequeño papelito rosa.

No digas para siempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora