Frio Amanecer

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Había comenzado el otoño y con él las lluvias, Londres estaba un poco más callada de lo usual y sus habitantes ya muy pocas veces se veían en las calles, había neblina por doquier y el frio soplo de la brisa arrasaba con todo las hojas que encontraba a su paso.

El reloj sonó marcando la hora del té e inmediatamente la señora Mérida salió de la cocina con 3 tazas de té caliente y unas galletas dirigiéndose hacia la sala donde se encontraban el Sr. Robinson y William, ambos estaban leyendo; al parecer William estaba comenzando a adquirir los hábitos de su abuelo.

- Al parecer la lluvia nos acompañar por mucho tiempo -dijo el Sr. Robinson mientras tomaba unos cuantos sorbos de su taza de té-.

- Estoy de acuerdo con usted -reafirmo la señora Mérida-.

- No sé qué es lo bueno de que llueva, a mí me parece algo de lo más absurdo y aburrido -dijo William refutando mientras pasaba burlescamente unas páginas del periódico que le había dado su abuelo-.

- Típico de jóvenes, todo les resulta aburrido -respondió algo enfadada la señora Mérida por su malcriadez-.

Alison se acordó de la explicación que le había dado Madison acerca de cómo volver a su mundo, encendió unas cuantas velas que ella le había dado, dibujo un pentagrama en el suelo, recitó unas cuantas palabras que Madison había escrito para ella en un papel y en cuestión de segundos estaba frente a la entrada de aquel reino encantado, una cosas si era segura; anda seria como antes.

Una vez estuvo adentro cerro sus ojos e intento rastrear el castillo, pero fallo había sido capturada por unos guardias, genial, no había ni siquiera dado un paso y ya había sido atrapada; bien hecho Alison. Intentó librarse de los guardias, pero le fue muy difícil, al parecer su magia no serbia en este lugar.


La llevaron al palacio donde según ellos vería a su "jefe", a mitad de pasillo logra ver a un hombre de alta estatura con un aspecto enfermizo y una tez blanca, no supo quién era hasta que a este lo nombró como asistente una voz que provenía detrás de las puertas. El asistente no se había percatado de quien era pero en cuanto vio sus marcas que tenía en los brazos la hizo pasar delante del Sr. Louis, al parecer no habría sido malo ser un tanto descuidada, termino ahorrándose un búsqueda que le hubiera durado meses o quizás años.


- ¡Tú! ¿Cómo te través a venir aquí? -dijo Louis en el mismo instante en que se acercó a ella con brusquedad y le dio una bofetada-. Eres una traidora, alguien como tu merece morir, pero ni creas que moveré un solo dedo castigando tu patética conducta

- Gracias, no esperaba más de ti; al parecer no has cambiado. En fin, quiero que me digas todo lo que sabes a cerca de mi o si no...

- ¿o qué? ¿me mataras? ¿acaso no sabes que tu magia no tiene ningún poder aquí? Además, eres muy estúpida e ingenua al creer que te ayudaría recordando tu triste y patético pasado -dijo interrumpiéndola-.

- ¿Por qué? Al menos solo eso

- Resulta que ya nada respecto a ti me interesa, utilice todo lo que tenías y cree a alguien mejor que tú. Ella siempre estuvo ahí en tus sombras mientras tú despreciabas la atención que tenías y tal vez yo fui muy descuidado al no darme cuenta del gran potencial que tenía. Todo lo que quieras saber está aquí -dijo mientras tiraba al suelo un pergamino con su nombre como si tirara comida a un perro-.

- Ni creas que me convence todo este espectáculo que estas montando -dijo Alison con el ceño fruncido mientras sostenía el pergamino en sus manos-.

En ese momento alguien cuyo rosto ya era conocido para ella entro en la sala rebosante de elegancia y con la cabeza en alto; era Emma.

- ¿Qué hace ella aquí?

- Nada, ya se iba, ¿cierto Alison? -dijo Louis con la voz en hilo-.

- Te dije que no dejaras pasar a gente ordinaria y es lo primero que haces cuando me voy, ¿acaso quieres ser mutilado? -dijo mostrando sus uñas-.

- No lo volveré a hacer Srta. Emma

- Eso espero, ¿y tú que esperas que no te vas? -dijo mirando fijamente a Alison-.

- Con su permiso Srta. Emma -dijo Alison burlonamente mientras salía de aquella sala, cerró la puerta de un solo golpe-.

- creo que la gente incorrecta se volvió inmortal -dijo Emma, Alison, quien había oído estas palabras se entristeció-.


- Por cierto, de nada te servirá esforzarte, es mejor que des tu inmortalidad y ya, al fin y al cabo con el tiempo en el mundo humano los perderás -le dijo uno de los guardias que había escuchado todo el alboroto-.

Los guardias la acompañaron hasta la salida, miró la puerta una vez más antes de irse; ya no había lugar para ella ahí, ya no era nadie en ese lugar, recordó los días buenos y una lágrima resbaló por su mejilla pensando en aquella traición.

Volvió al mundo humano y fue a buscar sus cosas; había estado viviendo en una bodega abandonada sin que nadie se diera cuenta, salió con un bolso a la calle y el alma partida en pedazos, comenzó a llover y como si no le importara dejó que la lluvia compartiera su tristeza con ella mientras se mojaba.


Anduvo media hora por las orillas de las carreteras de Londres sin rumbo fijo, hasta que creyó escuchar que alguien la llamaba al otro lado de la calle, se lanzó al pavimento y una intensa luz ilumino su rostro.

- ¡¿Qué haces?! -grito William, quien salió rápidamente de su auto y la envolvió en su chaqueta. Sube, te refriarás.


- ¡no quiero, déjame¡

- No tengo tiempo para hablar de lo que quieras hacer o no, sube, es una orden

Recordando aquel pacto que ahora consideraba patético e insignificante obedeció a su amo, subido al auto y William le indico como colocarse el cinturón de seguridad, mientras manejaba miro hacia al lado y se dio cuenta de que se había quedado dormida, no sabía exactamente qué era lo que pasaba pero sintió pena por ella.


Cuando llegaron a su casa les dijo a su abuelo y a la señora Mérida que era una amiga que había conocido cuando estudio en estados unidos y que se quedaría por un tiempo mientras conseguía trabajo, que ya luego buscaría donde vivir. La primera semana le costó adaptarse mucho, pero con el tiempo ella y la señora Mérida se hicieron buenas amigas; preparaban la cena juntas, iban a hacer las compras juntas e incluso le ayudaba con los quehaceres de hogar. Al Sr. Robinson también le cayó bien ya que sabía cuidar muy bien de las plantas aunque eso si, no faltaron las bromas de parte de la señora Mérida diciendo que sería una buena esposa para william.

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oh por Dios la cosa se va aponer buena *-*

Magic Night _ The Fragile GirlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora