Ella necesitaba un hombre.
Preferiblemente uno con $150,000 de sobra.
Alexandria María Mckenzie se quedó en la pequeña fogata hecha en casa, en medio del piso de su casa y se preguntó si había perdido oficialmente su mente. El pedazo de papel en su mano contenía todas las cualidades que ella deseaba que su alma gemela poseyera. Lealtad. Inteligencia. Humor. Un fuerte sentido de la familia y amor por los animales. Un buen ingreso.
Más de sus ingredientes estaban cocinándose todavía. Un pelo de un miembro varón de la familia, su hermano todavía estab enojado. Una mezcla de hierbas perfumadas, probablemente para darle un lado tierno. Y un pqueño palo para... bueno, esperaba que eso no quisiera decir lo que temía.
Con una profunda respiración, tiró la lista del cubo plateado y lo observó quemarse. Se sentía como una idiota, creando un hechizo de amor, pero no le habían dejado opciones y tenía poco que perder. Cómo la propietaria de una ecléctica librería en una moderna cuidad universitaria al norte de Nueva York, pensó que se le permitía algunos caprichos. Al igual que el envío de una oración a la Madre Tierra para el hombre perfecto.
Alexa se acercó y cogió el extintor de incendios, cuando las llamas se elevaron. El humo se levantó y le recordó a la masa de pizza quemada en parte inferior de su horno tostador. Arrugó la nariz, tiró el aerosol en el centro de la alfombra, se fue a buscar vino tinto para celebrar.
Su mamá tendría que vender Tara.
Su casa familiar.
Alexa agarró una boella de Cabernet Sauvignon y pensó sobre su dilema. Su libreria estaba hipotecada al puño. La expansión del café tomaría cuidado planearla, y estos no eran diez centavos para cambio. Inspeccionó el desván del apartamento y fácilmente calculó que estos no estaban en venta. Ni siquiera en Ebay.
Tenía veintisiete y probablemente podría vivir con estilo en un condominio, vestir ropas de diseñador y tener una cita cada fin de semana. En vez de eso, recogía perros abandonados y llevaba a un refugio local y compró elegantes bufandas para actualizar sus conjuntos, y seguir su corazón. Desafortunadamente, ninguna de esas características podría salvar la casa de su madre.
Toó un sorbo del vino rojo rubí y reconoció que no quedaba nada que hacer. Nadie tenía dinero suficiente, y en esta ocasión, cuando el recaudador de impuestos viniera, no habría un final feliz. Ella no era Scarlett O'Hara. Y Alexa no creía que hacer un hechizo e amor, como su último recurso, para atraer al hombre perfecto pudiera ayudar.
El timbre de la puerta sonó
Su boca se abrió de golpe. Dios mío, ¿era él? Miró a sus sucios pantalones deportivos y su camisa recortada y se preguntó si tenía tiempo de cambiarse. Se levantó para hurgar en el armario, pero el timbre sonó otra vez, entonces se acercó, tomó una respiración profunda, y agarró el pomo.
-Ya era tiempo de que abrieras la puerta.
Sus esperanzas se desplomaron. Alexa vio a su mejor amiga, Maggie Ryan, y frunció el ceño.
-Se suponía que fueras un hombre.
Maggie bufó y entró. Sacudió una mano en el aire, destellando uñas color rojo cereza, y se dejo caer en el sofá.
-Sí, sigue soñando. Asustaste a tu última cita, entonces no te arreglaré otra vez. ¿Qué pasó aquí?
-¿Qué quieres decir con que lo asusté? Creí que él iba a atacarme.
Maggie levantó una ceja.
-Él se inclinó para darte un beso de despedida. Te tropezaste y caíste sobre tu trasero, y él se sintío como un idiota. Las personas se besan después de una cita, Al. Es algo ritual.
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Un matrimonio sólo de nombre
RomanceUn matrimonio sólo de nombre... Para salvar su casa, la impulsiva propietaria de una librería, Alexa María Mckenzie, lanza un hechizo de amor. Pero nunca pensaba conjurar al hermano mayor de su mejor amiga, Hombre poderoso que una vez le rompió el c...