Capítulo 3

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                                                                                              ♦♦♦

Nicholas Ryan tenía una fortuna en sus manos.

Pero para conseguir lo que él quería, necesitaba una esposa.

Nick cree en muchas cosas. Trabajar duro para lograr un objetivo. Controlar la ira y recurrir a la razón cuando un momento se convierte en una confrontación. Y crear edificios. Edificios que sean sólidos y bellos estéticamente. Ángulos suaves y líneas afiladas mezclándose juntas. Los ladrillos y el hormigón y el vidrio que acredite la solidez que la gente anhela en su vida ordinaria. Ese breve momento maravilloso cuando una persona mira a la creación final por primera vez. Todas estas cosas tenía sentido para él.

Nick no cree en el amor eterno, el matrimonio y la familia. Estas cosas no tenían sentido, y él había decidido no incorporar este tipo de temas sociales en su vida. Por desgracia, el tío Earl había cambiado las reglas.

Nick tenía el intestino al revés, y su enfermo sentido del humor casi le causó que se le escapara de sus labios una risa. Se levantó de su silla de cuero y se quitó la chaqueta azul marino, corbata de seda a rayas y su camisa blanca como la nieve. Giró su muñeca para desabrochar su cinturón, y rápidamente se cambió en un par de pantalones deportivos grises y camiseta a juego. Metió los pies en sus deportivas Nike Air y entró al gimnasio particular en el interior de su oficina, que había llenado con prototipos, bocetos, fotos inspiradoras, una cinta andadora, algunas pesas, y un bar bien surtido. Pulsó el botón del mano a distancia para el reproductor de MP3. El son de La Traviata llenó la sala y le aclaró la cabeza.

Se dio la vuelta en la cinta andadora y trat´de no pensar en fumar. Incluso después de cinco años, cuando la tensión aumentaba, anhelaba un cigarillo. Molesto por su debilidad cuando el impulso le llegaba, lo eliminaba. Correr le calmaba, sobre todo en su entorno perfectamente controlado. No había voces qie interrumpieran su concentración, ni una luz solar abrasadora, sin piedras o gravas que obstaculizaran su camino. Se puso el panel y comenzó la paz constante que lo llevaría hacia una solución.

A pesar de que entendía las intenciones de su tío, el sentimiento de traición lentamenet carcomía su paz. Al final, uno de los miembros de la familia que amaba sólo lo había usado como un peón.

Nick sacudió su cabeza. Debería haber visto esto venir. El tío Earl había pasado sus últimos meses escupiendo la importancia de la familia, y había pensado que la respuesta de Nick era desalentadora. Nick se peguntaba por qué su tío estaba sorprendido. Después de todo, su familia debería haber sido un anuncio por el control de natalidad. Mientras Nick paseaba dentro y fuera de relaciones, una cosa se hizo clara: todas las mujeres querían un matrimonio, y matrimonio significaba enredo. Peleas sobre emociones. Niños separándolos a las peleas, queriendo más atención, necesitando más espacio, hasta que al final terminaban como cualquier otra pareja. Divorcio. Con niños como casualidades.

No, gracias.

Él aumnetó la inclinación y ajustó la velocidad mientras ses pensamientos giraban. El tío Earl permaneció tercamente optimista hasta el amargo final en que una mujer salvara la vida de su sobrino. El ataque cardíaco golpeó fuerte y rápido. Cuando los abogados finalmente descendieron como un paquete de buitres ante el aroma del dinero sangriento, Nick pensó que el aspecto legal sería simple. Su hermana, Maggie, había dejado muy claro que no quería tener nada que ver con el negocio. El tío Earl no tenía más parientes. Así que, por primera vez, Nick creía en la buena fortuna. Finalmente. tendría algo propio.

Hasta que los abogados leyeron el testamento.

Luego se dio cuenta de que la broma era sobre él.

Un matrimonio sólo de nombreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora