Sexy Vecino.

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Al escuchar esa voz varonil levanto rápidamente la mirada de la caja y me encuentro con un hombre rubio y alto, muy alto, sus ojos son verdes y me doy cuenta de que tiene una ceja enarcada, una lenta y sexy sonrisa se forma en su boca; ladeo la cabeza ¿cuál fue su pregunta?; ni siquiera lo recuerdo, pero al parecer él se da cuenta porque se muerde el labio y me repite:

- Te decía que si necesitas ayuda con eso, preciosa. –Señala la caja detrás de mí y caigo en cuenta.

-Ah sí, ¿sí? –Carraspeo. -Mmm si bueno, emm... En realidad, si, ¿vives en este edificio? –Su sonrisa se ensancha aún más.

-De hecho, no sólo vivo en este edificio, soy tú vecino; es sólo que nunca nos habíamos visto de frente, yo te he visto a ti; pero creo que tú no me has visto a mí. –Siento que mi rostro se calienta, él al ver mi sonrojo me guiña un ojo y me sonríe tiernamente, Dios es un hombre muy lindo. -Bien y... ¿Te ayudo o puedes con la caja tu solita? –Lo miro nuevamente y luego a la caja, entonces me ordeno a mí misma hablar para no quedar como idiota.

-Mmm sí claro, por favor y si no es molestia.

-Claro que no es molestia, con gusto te ayudo. –Pasa por mi lado e inmediatamente miro al suelo y mis mejillas se encienden nuevamente, toma la caja como si no pesara nada y se encamina hacia el ascensor, rápidamente le doy las gracias a Thomas y sigo a mí recién descubierto vecino sexy.

Oprimo el botón para pedir el ascensor; luego cuando entramos oprimo el número cinco y las puertas se cierran frente a nosotros; miro a mi vecino y noto que me mira y sonríe, el lado de la comisura izquierda de su labio se eleva más que el otro y tiene un brillo extraño en la mirada, como si fuese feliz por estar ayudándome pero a pesar de eso logro notar un rayo de tristeza en su mirada; lo cual me intriga. El timbre del ascensor me hace mirar nuevamente al frente y salgo apresuradamente, puedo sentir que él me sigue; llegamos a mi departamento, abro la puerta y me hago a un lado para que pase, en cuanto los dos entramos cierro la puerta.

-Guau, veo que tienes una decoración muy... singular. –Me dice cuando ve el laberinto de muebles que hay en mi sala, me sonrojo nuevamente y tartamudeo al contestarle

-Bu...bueno en realidad he movido lo que más he podido. –La sonrisa desaparece de su rostro en cuanto termino mi frase en un murmullo y totalmente serio me dice: -¿No tienes a nadie que te ayude con eso?, una cosita tan jodidamente linda y pequeña como tú no debería mover cosas pesadas. –Mira nuevamente alrededor y me quedo sin palabras cuando se quita la chaqueta que tenía puesta y la deja encima de uno de los muebles. -Bueno no te dejaré así sabiendo que puedo ayudarte, dime dónde pongo los muebles y te ayudaré con esto.

Ni siquiera me muevo, creo que estoy en shock, no sé qué decir, nunca nadie me había ofrecido ayuda tan amablemente; cuando salgo del shock caigo en cuenta de que ni siquiera sé su nombre, por lo que sacudo la cabeza para deshacerme de los pensamientos que me invaden e intento hablar lo más segura que puedo.

-Bueno para empezar podrías decirme tu nombre. –Le extiendo la mano y él la mira con una sonrisa. -Me llamo Sophie. –Estrecha mi mano y noto nuevamente ese brillo medio triste en su mirada.

-Soy Miguel. –Me quedo perdida en esa mirada hipnotizante, pero a la vez nostálgica que me da con sus ojos verdes, suelto su mano y me alejo unos pasos de él, carraspeo e intentando alejarme más de él me acerco a un gran mueble que hay en medio de la sala.

-Podríamos empezar por este, es uno de los más pesados y sola no lo puedo mover. –Él se acerca a la otra punta del mueble y mirándome con una sonrisa dice:

-Bueno entonces manos a la obra, guíame preciosa Sophie.

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Descubriendo El Placer (Ahora en Hinovel y Sago) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora