Capítulo 4

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Sentí como algo vibraba en uno de mis bolsillos traseros seguidos de mi extraño tono de llamada, nos detuvimos un segundo. No tenía idea si ignorarlo o atender. ¿Porqué justo ahora? Revise mi celular y era Martha, no estaba muy segura de hacerlo pero atendí.

-¿En dónde estás Aria? ¿Quién es ese muchacho con el que te fuiste? ¿Crees que porque te corra de casa significa que te puedes ir con quien se te de la gana?

Mierda. Creo que olvide voltear a casa cuando Alan fue por mi. ¿Pero qué no dijo que podía hacer lo que quisiera cuando quisiera? Ella sí que es imposible.

-Pero tú dijiste que...

-No me interesa lo que haya dicho, si no regresas cuanto antes llamaré a la policía.- me lo dijo en su patético tono  amenazador con el que siempre logra manejarme a su antojo.-

-¿La policía? Pero qué demonios te sucede. Fuiste tú quien me corrió de casa.

Ni siquiera deje que respondiera cuando le colgué el teléfono, no estaba dispuesta a seguir oyendo sus estupidos reclamos.

-Creo que mejor me voy a casa Alan. Ya oíste a mamá, si no vuelvo esta mujer es capaz de llamar a la policía.

-Vamos te llevo. - Se ofreció amablemente, aunque bastante decepcionado por que se arruinaron los planes de vivir temporalmente con el.

-No gracias lo último que quiero es que mi mamá te vea y meterte en problemas a ti. Es capaz de demandarte o algo así.- Le dije en todo divertido pero vaya que hablaba en serio.-

Estaba a punto de abrir la puerta para salir del apartamento cuando sentí que Alan tomo mi brazo para detenerme.

-Supongo que antes de salir querrás ponerte algo, a menos que quieras pescar una neumonía mortal.- me dijo riendo casi a carcajadas.

Pero si seré idiota. Esto solo me pasa a mi. Estaba tan furiosa por la llamada de mi madre que había  olvidado por completo que me falta la mitad de ropa.

-No molestes, estamos a mitad de verano, puedo salir como se me de la gana.- le dije molesta aunque la verdad estaba muriendo de vergüenza. Cosas como estas solo me pasan a mi.

-Seguro que si sales así tendrás a todos los chicos babeando de tras de ti. Tanto como yo ahora.-

Ignoré su comentario tome mi ropa y me la puse lo más rápido posible. Si mi cara sigue poniéndose más roja seguro estallara.

Nos despedimos y salí a tomar el autobús vuelta a casa. El lío que me espera llegando a casa. Este día no puede ser peor.

...

Llegue a casa y como era de esperarse mamá estaba esperándome en la sala, todavía no había puesto ni un pie dentro de la casa cuando comenzó su interrogatorio.

-¿Quién era ese muchacho?

-Un amigo mamá...- Conteste por obligación, ya que si por mí fuera estaría aún en casa de Alan.

-¿Un amigo? Un amigo que te lleva a su casa. Si claro... Estas castigada por un mes escuchaste.

-¿Cual es tu problema? Fuiste tú quien me corrió ¿Qué importa a dónde fuera? Y castígame lo que quieras mamá, no tengo permitido salir, ni tener amigos, ni siquiera ir sola a la escuela. Dime ¿Qué más podrías quitarme?

No espere una respuesta simplemente gire hacia mi habitación, no iba a seguir discutiendo por este tipo de cosas.
Llame a Leah para contarle todo lo que había pasado ya que seguramente se quedo muy confundida después de como la deje plantada en el centro comercial.

-¿Dónde te habías metido? Me dejaste sola sin siquiera explicarme nada.

-De verdad lo lamento Leah, mamá sufrió otra de sus "crisis explosivas". Me corrió de casa, me fui con Alan y después estuvo a punto de llamar a al policía. En fin creo que eso explica todo.

- Esta vez fue demasiado lejos. ¿Vas a dejar que te trate así siempre?

-Es mi mamá Leah, solo tengo 16 años no puedo hacer nada por ahora. Ya ni siquiera quiero hablar de eso.

-Esta bien, yo solo digo Ari, no puedes aguantar esto siempre. Pero bueno ¿Estás lista para mañana? Muero por conducir mi nuevo auto.

-No sé si recuerdas pero llegaré en autobús Leah. Gracias por presumir.- Le dije divertida.

-Oh vamos ¿segura que no puedo pasar por ti?

-A menos que quieras causar otra guerra entre mamá y yo, no lo creo.

-Te veo mañana en la escuela. Tengo que dormir temprano, ya sabes no es bueno conducir con sueño.- me dijo por última vez entre risas alardeando el auto que acababan de regalarle sus padres.

Siempre fuiste túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora