22. Análisis vital.

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4 días habían pasado ya. Y Lucy lo sabía porque su captor tuvo la "amabilidad" de dejarle la televisión encendida al irse. 

Haciendo un pequeño análisis de su situación, tuvo que admitir que podría estar peor.

Mucho peor. 

En este momento se encontraba atada al cabecero de una cama. 

Él cabecero hecho de  hierro fundido no daba mucha oportunidad de escaparse. 

Sus manos además de vendadas con cinta americana también tenían un par de esposas recubiertas de pelo de leopardo. Cuando se despertó y las vio se podría haber reído si no fuera por la gravedad de la situación. 

La cama sobre la que estaba era cómoda, pero después de varias horas seguidas en la misma postura, tenía entumecido los brazos y los hombros. Además el hecho de que estuviera vestida con un disfraz tipo dominatrix de látex negro resultaba muy incómodo.

Pero la principal tortura era la de sus pies. Su captor le había enfundado unas sandalias de tiras negras de unos 15 centímetros de aguja. Y no le había permitido quitárselo ni una sola vez en los últimos 4 días. El dolor era tal que ella no se atrevía ni a frotárselos entre ellos. 

Ella se preguntaba cómo había podido acabar en esta situación, sabía que para tener 18  años su historia con los hombres no era el mejor.

Después de todo si se ponía a analizarlo su primera experiencia había sido en manos de un camionero putero y la última con un sujeto que ni siquiera era del todo humanos y que como poco le sacaría unos 15 años . 

Así que no resultaba muy sorprendente que su actual situación fuera debido a los desvaríos de un hombre. 

Lo sorprendente es que ese hombre fuera el único "normal" con el que se había relacionado. Después de todo era un buen chico, de buena familia, joven y con un futuro prometedor. Carlos.

Ella todavía no se podía creer cuando al despertarse de su sueño inducido (más tarde él le confesó que había usado cloroformo) y después de despejarse  del terrible dolor de cabeza que estaba sufriendo, este le informó que el la había rescatado y que ahora podían ser felices juntos.

Al parecer él cabeza de chorlito se había creído que Leo era lo que les impedía estar juntos y había decidido secuestrarla para que fueran como cualquier pareja joven que se fuga para casarse. 

Su plan también incluía enamorarla con su cocina y que ella se vistiera de manera provocativa para él. 

Cuando ella le informó que no estaba nada interesada en seguirle el juego las cosas cambiaron un poco. 

Él decidió que ella tenía la mente lavada y que era su obligación limpiársela. 

Así que, o bien ella estaba drogada con el cloroformo ,o bien el se dedicaba a atiborrarla con sus platos cuidadosamente elaborados.

El también se tomaba la molestia de dejarle la televisión encendida para que cuando ella se despertara de su sueño narcotizado no se aburriera. La situación era realmente ridícula. Después se enteró que estaba en una casa un tanto alejada del pueblo, en una pequeña cabaña que el había alquilado a nombre de su padre para la ocasión. Y que no tenía vecinos cerca. 

Así que sus gritos de auxilio no fueron escuchados por nadie. Aunque cuando él se encontraba en el lugar se tomaba la molestia de amordazarle porque sus protestas le resultaban incómodas.

También se aseguraba de que estuviera inconsciente cuando la limpiaba con la esponja, la primera vez creyó que entre ambos compartirían la experiencia eróticamente, pero ella con sus ruegos y amenazas dejó muy claro que no estaba dispuesta a que él la tocara. 

Así que tuvo que drogarla y después aprovechó para ponerle la lencería que le había comprado. 

Ella estaba preciosa y era toda suya.

Estaba pendiente de averiguar lo que ella le había permitido al especie Rubio hacerle. Ese era un tema que todavía le ponía furioso. Él no tenía nada en contra de los especies, de hecho disfrutaba mucho trabajando para ellos , pero el rubio de la cola se creía que podía quitarle a su chica y eso él no lo permitiría.

Al principio se planteó envenenar al especie, pero descartó la idea después de todo no era su culpa haberse enamorado de ella. Él lo comprendía .

Después decidió que lo mejor sería que los dos se alejaran y punto. 

Así él le podía dar la clase de vida que ella se merecía y por otro lado ella dejaría de verse obligada a criar a todas sus hermanas, de eso que se ocupará la hermana mayor.

Lucy decidió que sin duda él estaba  loco como una regadera.  Aunque todo lo referente a Leo y a ella no existiera, ella ni loca se alejaría o abandonaría a sus hermanas. 

Todavía estaba cavilando sobre su situación cuando escucho una explosión desde el otro lado de la casa. Luego el sonido de múltiples cristales siendo rotos y el grito de Carlos. 

Después de unos segundos de absoluto silencia. Y de mirar expectante a la puerta por ella apareció un enorme hombre uniformado y con un casco de protección. Ella no necesito que él se quitara el casco para saber quieren era. 

Aún así, cuando lo hizo, no pudo evitar que las lagrimas le escurrieran por las mejillas y se acumularan en la venda que le tapaba la boca.

La había encontrado. 

Nunca dudó que lo haría.

Después de todo él era su compañero.

Leo (#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora