XVII
Los cuerpos han sido enterrados, Alexandra no ha salido de su habitación mas que para lo esencial, de ahí en fuera no ha pisado fuera de la casa. Ibsan ha intentado comunicarse con ella, le ha hablado por teléfono, ha ido a su casa, pero ella no responde, simplemente se queda mirando las fotos de sus amigos, tanto recientes como de la secundaria. Ahora ella se encuentra viendo la única fotografía que hay de Cesar, intentando comprender por que la ira, por que la venganza, qué fue lo que le faltó a Raúl por resolver, que le faltó para encontrar la respuesta al enigma...
Alguien toca a su puerta, pero ella no hace el menor reparo por abrir, no le interesa ver a alguien más.
-¡Alexandra, abre esta puerta!-. Se escucha la voz de Ibsan del otro lado.
-Vete, no quiero herir a nadie mas. No quiero que nadie más muera-. Dice ella, intentando contener las lágrimas.
-Nada de lo que pasó fue tu culpa, no sigas con esto, Alex. Tienes que salir adelante-. Él la intenta calmar, hacer que se sienta bien.
-Ibsan... no quiero estar sola...-.
-No estás sola, estoy contigo. Sal de esa habitación, déjame verte-. El silencio reina en el lugar, dejando escuchar a algunos pájaros que elevan su canto al cielo, los autos que pasan... la chapa de la puerta gira, dejando abrirse un poco para entrar a la oscuridad.
Dentro de la habitación, el ambiente se encuentra seco, frío, oscuro... como si se tratara una tumba dentro de la pirámide maldita. Alexandra se encuentra vestida de la misma manera que en aquel trágico sepelio doble, donde Raúl encontró final a su vida; se encuentra desarreglada, con el maquillaje corrido, los ojos hinchados de tanto llorar, los labios partidos, convertidos en una rosa roja de la sangre que ha corrido por ellos.
-En tu diario, Raúl nos dejó varias pistas, pero sabemos que algo falta. Necesito tu ayuda-. En su mirada se deja asomar la desesperación.
-Por favor, no me digas que la leíste...-. Alexandra de pronto sintió como si estuviera cayendo, en su estomago se formó un vacío.
Ibsan no sabe que decirle, sabiendo que puede morir si no resuelve el acertijo dejado por Cesar, dejado por alguien que jamás en su vida conoció.
-En esa página describe mucho dolor... y pena. Pero eso es lo que ellos ya sabían, debe haber algo que nos pueda ayudar-. El diario era sostenido por una de sus manos.
Alexandra cierra la puerta, encerrándose nuevamente en su habitación. Mientras se desviste, piensa en todo lo que ha pasado desde que Cesar comenzó, aún antes del incidente de la obra de teatro, ya sucedían cosas difíciles de explicar alrededor de él.
"No puedo dejarte matar a más gente, Cesar. Ellos no tuvieron culpa de nada, pero tú los has matado, me has dejado sola, ahora no dejaré que también él muera. Ibsan no tuvo nada que ver en esto."
Al terminarse de vestir, se queda parada en medio de su habitación, recordando algo que dijo alguien hace pocos días.
"...somos inocentes ante los abusos que se dieron en el pasado..."
-Se por que tienes tanta ira. Pero no es justo que por el error de uno tengamos que pagar todos. No dejaré que lo mates, ¿Me escuchaste? ¡No lo dejaré morir!-. En sus ojos hay un coraje que hacía tiempo no salía a flote. Se termina de poner sus tenis, para después salir de la habitación, salir a la espera de Ibsan.
-No te dejaré morir. ¿Listo?-. Ella lo mira fijamente, sus globos oculares brillan, como si estuvieran hechos de fuego o algo parecido.
-No tengo otra opción-.
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Sólo En La Oscuridad
HorrorIntroducción. Todos, en algún momento de nuestras vidas, hemos soñado con un día despertar y tener poderes sobrenaturales, el que fuera, ya sea desarrollar la telequinesia (mover objetos con la mente), levitar o el poder de ver las cosas antes de q...