capitulo XVIII

2.6K 104 39
                                    

XVIII

Ibsan ha muerto. De un modo o de otro esto iba a pasar. Pero no me debo rendir, debo seguir con el plan que teníamos. No se si de esa manera acabaré con la maldición, pero tengo que intentar todo lo que sea posible, no quiero morir, no puedo morir, no debo morir...

Han pasado unas horas desde su muerte, y he pensado en todo lo que ha estado sucediendo desde que regresamos de Valle. Aunque creo que todo esto es de más tiempo atrás; hubiera deseado no quedarme con la cabaña, alejarme de todo lo que sucedió en esa escuela, los maltratos, los abusos, las palabras, las acciones... a veces, uno cree que dice algo, y que ese algo pasa a ser olvidado, que con un simple lo siento se arregla todo, pero en secundaria es un tanto más complicado que eso. Nadie sabe lo crueles que podemos llegar a ser los preadolescentes con nuestros propios compañeros de clase, sólo por ser diferentes, por hacer algo distinto, por ser alguien, aunque en ese momento parezca que no.

Al parecer, un pequeño hecho puede desencadenar la peor de las tormentas.

César fue alguien difícil de comprender, sin embargo, era igual a nosotros, simplemente no lo escuchamos, no le hablamos, ni siquiera lo volteamos a ver en el peor momento... y ahora estamos pagando. Nunca entendimos que él podía hacer cosas que nosotros nunca lograríamos, que jamás podríamos hacerlas, y eso nos llenó de miedo, pero yo no. Yo nunca le temí, nunca sentí pena por él, ni dolor, ni tristeza... sin embargo, llegué a sentirle cariño, de alguna manera llegué a quererlo, a estimarlo como a un amigo, pero yo sola no pude contra todos ellos. Ahora me arrepiento de no haber hecho nada a su favor, nada que lo ayudase a que lo comprendieran, que lo entendieran. Pero él se encerraba en sí mismo, no dejaba que nos acercáramos, que lo conociéramos más allá de lo que se podía ver.

Ahora mi tiempo se termina, tengo que resolver el acertijo, tengo que descubrir el significado.

Alexandra compra un boleto en la central de autobuses, busca ir a Valle, busca terminar con lo que ha empezado, busca enfrentarse con su pasado... enfrentarse a él.

Durante el camino, recordó los momentos que pasó con sus amigos, las alegrías, las tristezas, la llegada de Marco, la muerte de su padre, el paso a la preparatoria, y demás momentos en los cuales sus amigos estuvieron presentes, sabiendo que ahora no lo estarán más. Sube al autobús, buscando su lugar... el número 16. Mientras camina por el corto pasillo, logra observar que su asiento está ocupado por un chico aproximadamente de su edad, el cual se encuentra muy entretenido jugando con su celular, ignorando la presencia de Alexandra frente a él.

-Disculpa, ese es mi lugar-. Logra decir ella, pero el chico no la escucha. -Oye, ¿me das permiso por favor?-. Él sigue sin hacerle caso. Alex alarga la mano, tomando el celular y bajándolo, sacándolo de su concentración.

-Oye, ¿Qué te pasa?-. Pregunta él con tono molesto.

-Lo siento, estas en mi lugar, y sigues sin moverte-. Alexandra lo mira a los ojos fijamente, dándose cuenta de que hay en él algo conocido.

El chico se cambia de lugar, sin dejarla de ver a los ojos. Ella intenta evadir su mirada, pero le es casi imposible, hay algo en él que se le hace extremadamente familiar, pero no puede dar con eso.

-¿Viajas sola?-. Pregunta él, dedicándole una sonrisa. Alex lo voltea a ver, sonriendo de igual forma, respondiéndole tímidamente.

-Si, esta vez iré sola-. Dice ella mientras saca su diario de la mochila.

-Un diario... ¿de cuando es?-. Pregunta él, intentando hacerla reír.

-De hace tiempo...-. Alexandra lee sus páginas, haciendo notas en la última hoja.

Sólo En La Oscuridad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora