Parte 2

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La mayor parte de la gente ya había perdido la esperanza de verlos regresar. Después de casi dos meses sin señales de ningún tipo por parte de los viajeros en una misión que debió durar menos de dos semanas.

La tristeza de la perdida se sentía en el campamento.

Las cabañas de Afrodita y Ares lloraban la ausencia de sus hermanos, al igual que la de Apolo lloraba la pérdida de un hermano, un líder y uno de los mejores curanderos de su historia.

Lo que poca gente sabía, era que el mayor dolor se albergaba en la cabaña 13, donde Nico di Angelo hijo de Hades, sentía como cada día de incertidumbre era como un dardo al corazón.

Todos los días, nada más despertar comprobaba el mundo de los muertos, nuevas almas, algún moribundo lo que fuera, focalizando sus energías en distinguir si alguno de ellos era Will; cada día terror antes de empezar, alivio al no encontrar su alma, frustración y desespero al no saber nada de nuevo.

E una triste ironía, hacía no tanto tiempo hubiera dado mil gracias a los dioses porque él desapareciera de su vida, en aquellos tiempos en el que solo verlo le causaba irritación (o lo que él interpretaba como irritación) y a la primera palabra que el rubio le dirigía él solía contestar con un siempre "Piérdete Solace".

¿Quién hubiera dicho que después de un tiempo la persistencia de ese insistente hijo de Apolo daría sus frutos de formas que ni él mismo habría llegado a imaginar?

¿Quién habría imaginado que ahora que Will no estaba, Nico, albergaba un vacío en el pecho que jamás había sentido a pesar de todas las desgracias que ya había vivido?

Llevaba casi dos semanas enclaustrado en su cabaña.

Al principio había intentado seguir con su rutina normal, sabía que cuando Will regresara se enfadaría si se enteraba de que había vuelto a lo que el denominaba como sus "conductas antisociales y autodestructivas" de las cuales había estada consiguiendo desprenderse. Pero a medida que el tiempo pasaba era más y más difícil pasear por el campamento sin escuchar algún comentario sobre los desaparecidos y, para cada vez más gente, los muertos.

Y Nico no podía soportar esos comentarios, porque no eran verdad, no podían serlo.

No podía ser cierto el hecho de que jamás volvería a ver esos ojos, azules como el cielo en un día de verano, que hacían pensar que nada podía ir mal en el mundo; no podía ser cierto que jamás volvería a acariciar esos suaves rizos de oro, ni ver esa pequeña sonrisilla llena de cariño y diversión que estaba solo reservada para él.

Todo eso simplemente no podía ser real porque en los breves momentos en los que llegaba a creerlo, aunque fuera solo por un segundo, su mundo entero se desmoronaba en pedazos y la única forma de reconstruirlo era convencerse de que todo eso no podía ser cierto, no podía...

Varios de sus amigos fueron a visitarle, y a todos les brindó los mismos sentimientos, calma, tranquilidad, razón...

"No pasa nada", "Ya volverán", "Las misiones se alargan"...

A ninguno de ellos los convencía verdaderamente pero ninguno de ellos quería profundizar en el tema, nadie quería verle romperse.

Y así siguieron las cosas hasta esa tarde. Nico estaba en trance, concentrado en el mundo de los muertos, revisando almas, buscando una en concreto, deseando no encontrarla...

La puerta de la cabaña 13 se abrió sin que él se percatara, sumido como estaba en sus sombras.

Comenzó a notar como alguien lo llamaba, una voz lejana y distante, alguien le sacude por el brazo hasta que sale de su trance. Emerge de nuevo al mundo de los vivos para encontrarse ante si unos ojos grises tormentosos y unas ondas rubias.

-Hola- dijo Annabeth Chase sentándose a su lado en la cama.

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58 días (Solangelo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora