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El joven pelinegro caminaba feliz hacia el edificio en donde se encontraba  la facultad de la razón de sus sonrisas, Alonso Villalpando, llevaba enamorado del pelirrojo desde la secundaria pero hasta hace poco empezó su plan de conquista. Todos recuerdan el primer día de su plan, el joven llego con globos y una caja de chocolates que según el amigo del pelirrojo eran sus favoritos. 

Pero no todo fue lindo, el pelirrojo lo miro serio mientras el pelinegro le decía lo hermoso que era, pero este simplemente sostuvo el agarre de la correa de su mochila y soltó un fuerte NO, mientras se iba del lugar. 

Muchos sintieron pena por el pelinegro, pero a este no le importaba, quería tener a su bebé y el sabía que muy en el fondo a Villalpando le gustaba que tuviera esos detalles con él. 

Por eso no descansaría hasta volverse el hombre que Alonso el lindo chico de pecas merecía. 

-Alon- el pelinegro corrió apenas vio a su pequeño pelirrojo salir de la facultad 

-Jos ¿Otra vez?- a pesar de que al pelirrojo le molestaba la presencia del pelinegro, su confianza había surgido, tanto como para decirle un lindo apodo 

-Ya te lo dije Alonsito, estaré aquí para hacerte siempre él hombre más feliz del mundo, toma- el pelinegro extendió su mano hasta el pelirrojo para darle una caja roja de terciopelo que contenía pequeños cup cakes algo chuecos, como un principiante, Alonso soltó una pequeñísima sonrisa sin que Jos la notara 

-Eres nuevo en esto ¿Verdad?- Jos bajo un poco la mirada ante lo que dijo su acompañante, pues no era nuevo, se paso aproximadamente 2 meses practicando la receta que su madre con mucho amor le dio, sin embargo a pesar del aspecto de estos, los pastelitos realmente tenían un muy buen sabor 

-Algo así, mí madre me dio la receta- el pelirrojo sonrió un poco más, a pesar de rechazar a Jos y hartarle a veces, la señora le caía de maravilla, no podía rechazar una receta familiar 

-Bien, me los llevaré, nos vemos después Jo- el pelirrojo toco su hombro como despedida con esa mirada serena que poseía y se fue sin siquiera mirar el hecho de que Jos moría de felicidad, su pequeño había aceptado su regalo por primera vez, además de que le dijo "Jo" algo que solo los pocos amigos del pelinegro le decían.

No • | Jalonso | •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora