Capítulo 2

146 7 0
                                    

-Capítulo 2-

A la mañana siguiente, aún cansado y fatigado por la escasez de descanso que había sufrido aquella noche, mi abuela me levantó a tempranas horas de la mañana, o a tardes horas de la noche. Depende desde el punto de vista que lo mires. Ya que todavía era de noche. Aunque a mí eso ahora mismo de daba igual. Sólo pensaba en darle el último adiós a mi padre. Aunque no me apetecía dárselo.

Bajé al comedor y ya estaba mi abuela y mis tías vestidas de un luto intenso. Todos estaban en silencio, con las cabezas agachadas, llorando desconsoladas, gastando paquetes y más paquetes de pañuelos... Justamente como si se fuera muerto alguien. ¡Ah, no! ¡Espera! Se me olvidaba que habían asesinado a mi padre...

Lo que más me llamó la atención de aquella escena, es que mi abuela, la madre del fallecido, es la que menos, por así decirlo, desconsolada estaba. Es decir, es como si esto ya le resultara familiar. Como si esto ya se lo esperaba y estaba preparada para tal palo como éste. Aunque... ¿Quién está realmente preparado para perder a alguien importante, alguien como un hijo?

Fui a la cocina a desayunar, cuando pasé delante de la mesa del comedor y vi allí el periódico, entre pañuelos llenos de rimel y lágrimas, pude leer un título. “Muere el coronel Andrew Quinn en acto de servicio.” Cuando mi tía se dio cuenta de que estaba leyendo el periódico, rápidamente puso otro pañuelo usado encima de él. Haciendo así imposible el seguir leyendo el artículo.

Aunque no pude leer todo el artículo, pero solo con ese título, me entró una mezcla de sentimientos que ya había vivido antes. El primer sentimiento que tuve fue vacío. Al recordar que ese coronel era mi padre, y que ya no estaba porque alguien puso final a su vida por un puñado de billetes y reconocimiento en su país. Que le aproveche y no se atragante. El segundo sentimiento fue ira. Quería matar a todo ser que estuviera involucrado en la muerte de mi padre. Ese odio que te lleva a matar a sangre fría. El tercer sentimiento fue indignación. Indignación porque los periódicos se pueden aprovechar de un drama, de un dolor ajeno, por tal de que sea el más vendido y así poder comprarse lujosas casa con lujosos coches y poder pagarles a sus amantes todo tipo de caprichos, desde cirugías hasta ropa en un armario que no cabe. ¿Pero ese es un problema? No... Porque compramos más armarios y metemos la ropa. ¿Pero dónde metemos los armarios? Pues ningún problema, porque el señor “milloneti” se compra otra casa y mete ahí sus armarios. Y mientras tanto sus mujeres, con las que están tanto religiosamente como judicialmente casado, en su lujosa casa y haciéndose la tonta para que su marido no sospeche que sabe que tiene un amante y así poder seguir chupando del bote. Y el cuarto sentimiento fue impotencia. De no saber quién ha sido el responsable de todos estos sentimientos. De no saber quién había sido el responsable de la muerte de mi padre.

***

Estábamos entrando por el cementerio mi abuela y yo, cuando de repente, me sorprendí a ver tanta gente en el funeral. No sabía que tanta gente conociera a mi padre.

Fui con mi abuela y mi tías al lado de la tumba de mi padre. Era una gran tumba en pleno descampado santo, sin una pizca de sombra. La tumba era tan grande que tuve que alzar la vista para llegar a contemplarla completamente y me deslumbré, aunque hacía poco sol. Un sol que se ocultaba tras las nubes. Era una gran lápida, creo recordar que de mármol. Y en lo alto de la lápida, había dos fusiles cruzados y, en el fondo, la bandera estadounidense con dos alas de ángel atrás. Miré la lápida y leí: “Lo peor de envejecer, es la dificultad de proteger las cosas que realmente importan: el honor, la libertad, la justicia y la familia. Éstas cosas son sagradas. Vives tu vida según un código, una ética, todos lo hacemos. Es tu línea de conducta. Es lo que te guía hasta el hogar y creeme, siempre intentas regresar al hogar.- Andrew Quinn Hur.”

Life Of War: The Ghost.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora