Capítulo 2

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Pasaron las semanas y Rusia solo salía y entraba a mi casa tantas veces que me empecé a acostumbrar a su presencia al igual que al olor de vodka a cualquier hora del día.

A Hong Kong no pareció interesarle mucho la estancia de Rusia en la casa mientras tanto yo vivía con el miedo de que Rusia me iba a atacar por la espalda o que Bel Rusia iba a llegar tirando de la puerta de un golpe y reclamando en donde estaba su hermano y de paso amenazarme o hacerme algo que ni yo podría imaginar. Esto obviamente era causa de mi imaginación ya que nunca paso. 

Un día Rusia salió como era su costumbre, pero esta vez me dijo que llegaría más tarde ya que tenía que visitar a Mongolia a lo que yo conteste con un desinteresado y frío "ok", con tan solo mencionar ese nombre hizo que se me arruinara el día.

Después de un largo rato empezó a anochecer y Rusia no volvía, tal vez volvió a su casa o se retrasó, pero si hubiese pasado algo así supongo que ya me hubiese llamado, aun así no tengo nada mejor que hacer así que supongo que lo esperare, aunque para ser sincero, estoy algo preocupado.

Cuando me di cuenta ya eran las cuatro de la madrugada y Rusia no volvía, estaba tan preocupando hasta el punto que mi mente empezó a imaginar toda clase de situaciones que no sé cómo se me ocurrieron ya que no creo que nadie se atrevería a hacerle algo a Rusia, ya estaba a punto de caer dormido cuando escucho que alguien tocaba la puerta de inmediato la abrí para ver a Rusia completamente ebrio con su mirada baja y tambaleándose con un fuerte olor a vodka.

—¿Sabes qué hora es? apestas a vodka —Empecé a regañar a Rusia como lo haría una madre a su hijo adolescente.

Vi que por obvias razones Rusia no podía caminar bien, lo ayude a caminar, su mano se deslizo por mi espalda hasta mi muslos supongo que lo hizo sin darse cuenta por lo ebrio que estaba así que no le reclame, a causa del tiempo que la mano de Rusia estaba en mis muslos me empezaba a excitar y mi cara se ponía cada vez más roja, Rusia y yo nos sentamos en el sofá.

—No debiste tomar tanto

—China...

—Mande

—¿Tú me quieres?

Esa pregunta me aturdido un poco no supe cómo reaccionar, supuse que estaba bajo los efectos del alcohol.

Rusia me vio fijamente a los ojos mientas se acercaba a mí hasta acorralarme con sus brazos, puso su mano en mi entrepierna y por inercia deje escapar un gemido.

—Tienes una erección...y tan solo con tocarte el trasero

—¡Rusia quítate, estas ebrio!

—No estoy ebrio

—¡Claro que lo estas, solo mírate!, tú...tú no harías esta clase de cosas estando sobrio

—He pensado en hacer esto desde hace mucho tiempo.

Sus ojos no paraban de observarme a la par que sus frías manos se introducían en mis prendas.

Podía sentir aquel frígido tacto a través de mi ropa que a su vez transmitía un extraño sentimiento de ternura.

Posó sus manos sobre mi cremallera y mi pantalón inicio a deslizarse por mis piernas.

Aquellos orbes morados no paraban de analizar cada gesto que se reflejaba en mi rostro, como si fuese un dulce deleite para ellos y, curiosamente, eran aquellos mismos ojos que lograban causarme ternura y un increíble temor ahora mismo.

Aquel chico albino poso sus manos sobre mis glúteos apretándolos ligeramente, aquellas conocidas acciones me habían dejado paralizado, desde aquella ocasión no creí que volvería sentir como alguien manoseaba mi cuerpo como si este le perteneciera.

Mi ropa interior al igual que mis pantalones quedaron en el suelo quedando totalmente a voluntad. Su fría mano se colocó sobre mi miembro haciendo que un escalofrío recorriera mi espalda, sus manos acariciaban a que la zona tan sensible, colocó sus dedos en la punta que más que placer iniciaba a crearme una incomodidad trayendo recuerdos a mi cabeza, recuerdos que preferiría olvidar para siempre, recuerdos provenientes de hace muchos años.

Aquellas manos que no se alejaban de mi cuerpo seguían moviéndose, desde la base hasta la punta, estimulándome lo suficiente como para lograr que llegue al climax.

—Ah, esto es malo, por favor, para —Dije con el poco aliento que me quedaba al tratar de no gemir.

El albino únicamente me observaba con una inquietante sonrisa que me hacía sentir escalofríos por todo el cuerpo, mis ojos iniciaban a nublarse en lágrimas, temía por lo que él pudiera hacer.

Sentía sus dedos acariciar mi entrada para después entrar por completo en mí, aquella sensación era... tan desagradable.

Cuando me di cuenta su miembro ya estaba empujando en aquel lugar anteriormente preparado, ¿acaso piensa ir hasta el final?

—¡Rusia, estas llegando demasiado lejos, no lo hagas!

Era demasiado tarde, él estaba dispuesto a entrar, mis lágrimas empezaron a desbordarse cuando sentí que de un estocada entraba en mí, sus movimientos eran bruscos y rápidos, cuanto más aumentaba la fuerza más alto le gritaba que se detuviera, sentí como un tibio liquido iniciaba a escurrir.

Su cara cada vez se volvía más borrosa e iniciaba a distorsionarse, en ese momento solo podía ver el rostro de Mongolia, aquellos recuerdos que realmente deseaba borrar me atormentaban, mi rostro perdió color ante el terror de aquel momento, en ese momento solo sentí como Rusia terminaba.

Alianza (Rusia x China)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora