El juego

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-¿Conoces a Frank?

-No.

-¿Y entonces como es que te acompañó hasta el salón de clases?

-Sólo pasó y ya.- Digo al momento en que para, decidida a salir del aula.

Mi madre se sorprende demasiado con migo, todo el tiempo tiene recados nuevos, que relatan lo mismo -su hija Paola se ha saltado la clase motivo por el cual se verán afectadas sus calificaciones- pero sorprendentemente siempre salgo con promedios de 10, soy rebelde, lo sé y hasta podría decir que insensible, pero eso a mi madre no le afecta si mis notas se mantienen con el mismo promedio.

*Durante el descanso*

-¿Qué se supone que pinto yo en tu jueguito?- le pregunto después de haber aceptado su propuesta, aunque ni siquiera estoy segura de por qué acepté.

-¿Ves a esos chicos de allá?- dijo señalando a un grupo de jóvenes de último grado que al parecer son el resto de los integrantes de el famoso grupo.

-Si.

-Bueno, nosotros tenemos una apuesta, cada uno debe conquistar a una chica de primer grado.

-¿Y se supone que tu debes hacerlo conmigo?

-Si, pero guarda silencio.-dijo poniendo su dedo índice en sus labios- Ya todos tenemos localizadas a las chicas que nos "corresponden". Ahora sólo debemos tenerlas un mes cómo amigas y durar por lo menos tres meses de novios. Ahora tu sólo debes fingir que no sabes nada de esto ¿ok?- dice esperando una respuesta de mi parte a lo que sólo termino asintiendo.- Bueno, ahora hablame de ti.

-Bueno pues a partir de hoy hasta dentro de cuatro meses formo parte de un estúpido juego ideado por cuatro idiotas ¿sabes lo que es eso?- Finjo indignación pero la verdad es que me da igual tener que actuar frente a cuatro ilusos.

-Vamos nena, no seas tan dura, me haces sentir mal.

-No veo el motivo por el cual debas sentirte mal.- Digo poniendo los ojos en blanco.

-Bueno, pues, mi nombre es Frank McFly, estoy en último año, tengo buenas notas y prácticamente mis amigos y yo controlamos el instituto.

—Jaja, ¿es en cerio?- limpio una lágrima del rabillo de mi ojo provocado por mi repentino ataque de risa.

—¿De qué te ríes?- me observa molesto.

—De nada, disculpa es sólo que me causa un poco gracia el hecho de que tengas un ego tan grande como para decir que controlas el instituto. Disculpa.

—¿Quieres que te lo demuestre?

—No, no hace falta y tampoco me interesa. Bueno yo me largo.

—¡No!- Dice mientras me sujeta del brazo. Miro nuestras manos subiendo la mirada hasta sus ojos.

—¿Por qué no?- lo miro fijamente.

—Yo debo llevarte.- Me guiña un ojo.

—Oh, no. No no no no no.

—Si.- Dice mientras me toma la mano y me lleva a mi aula.

Uff, lo chismes caerán ahora mismo.

Su Juego Sin ReglasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora