Capítulo 3: El Mercurio

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Hana levantó lentamente los pesados párpados de sus ojos, a pesar de estar cansada, se sentía muy feliz y a gusto. Al fin había salido con Oliver, y había resultado una cita mágica, algo de verdad maravilloso.

Ahora, la joven chica peliazul se preparaba para un nuevo día, incluso hoy tal vez podría invitar a Oliver a tomar unos batidos, era algo que le encantaba a Hana, y si su amado Oliver estaba con ella sería aún más feliz el momento. 

Nada podría arruinar la felicidad que Hana poseía en esos momentos, los colores de su corazón seguían retumbando junto al ritmo de sus latidos, ya era hora de despertarse.

Al abrirse totalmente sus párpados, el brillo centelleo en los ojos color celeste/rosa de la linda Hana, y al tomar un poco de fuerza matutina se levantó.

Pero algo andaba mal... Al aclarar su visión notó que no se encontraba en su habitación, podría decirse que ni siquiera se encontraba en su casa, ni mucho menos en su mundo. Era un lugar desierto, con un suelo de color anaranjado que continuaba eternamente hasta dónde llegaba la vista. Y al mirar hacia arriba, notó un cielo nocturno, lleno de estrellas centelleantes y cometas que surcaban los cielos.

- ¿D... Dónde estoy? - Miró Hana preocupada, volteando su cabeza hacia un lado y luego hacia el otro.

- ¡N... No! - Gritó aterrorizada y se acostó nuevamente en el duro suelo anaranjado, cerro sus ojos y con una respiración entrecortada, rezó para que todo esto fuera un sueño.

Se mantuvo así en silencio por unos minutos hasta que algo cayó sobre su nariz, sus ojos reaccionaron y se abrieron, y vieron una bella flor de cerezo en su nariz.

- W.. ¡Woah! Que bonita... - Dijo Hana tomando la flor entre sus manos, con dificultad se apoyó en el suelo y se levantó.

No importa hacia dónde mirase, sólo había ese suelo anaranjado, un suelo sin imperfecciones, totalmente liso y perfecto.

- ¿Qué es todo esto? - Se preguntó Hana preocupada, obviamente esto no era el planeta tierra.

Entonces, tras un gran suspiro, la chica comenzó a caminar, o mejor dicho vagar por aquel extraño lugar en el que se encontraba, totalmente segura de que era un sueño.

Era totalmente aterrador ver lo solitario que era ese mundo, aunque el cielo era muy bonito, no era un azul oscuro como el clásico. Éste tenía muchos colores, azul, fucsia, celeste, rosa, todos esos colores se mezclaban y daban lugar a lluvias de estrellas.

De hecho, sin que Hana se diese cuenta, una de las estrellas se desprendió del cielo y cayó a toda velocidad hasta estrellarse frente a ella.

- ¡Ah! - Exclamó Hana retrocediendo. La estrella era muy pequeña, parecía un amuleto, pero era de un color celeste brillante. Hana la tomó entre sus manos y esbozó una sonrisa. - ¿Qué podrá ser todo esto?

Ese mundo era realmente diferente al mundo humano, al planeta tierra, ¿Y si sigue en la Tierra...? No.. Eso es imposible, la tierra no tenía esos colores. Y a pesar de ser un mundo realmente llamativo, a Hana no le gustaba para nada.

La chica, con expresiones tristes en su rostro se recostó en el suelo. 

- Quiero saber dónde estoy... - Dijo con voz quebradiza, mientras una pequeña lágrima brotaba de sus ojos y caía en el suelo árido de ese mundo.

La lágrima de Hana no tardó en tomar forma en esa tierra o lo que fuese que sea ese suelo, la lágrima absorbió energía y la liberó. Una burbuja gigantesca comenzó a crecer del suelo.

Hana, asustada, retrocedió aún en el suelo, alzando su vista hacia aquella extraña burbuja hecha de su propia lágrima, algo a lo que la chica no le veía el más mínimo sentido.

Mercurio el Otro Lado de la Chica ~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora