"Encantado señorita Adriana, mi nombre es Marcos. Yo también te he visto en la cafeteria esta mañana. Soy el nuevo secretario del Sr. Rangoun y administrador de vestidos de tres trabajadoras de confección de arte y bocetos." me dijo sonrientemente y con una mirada dulce. Yo no paraba de sonreír como una tonta mientras me fijaba en su destreza al hablar sobre moda, y entonces, volví a aterrizar en la tierra después de hacer un recorrido por el mundo Marcos. " Ah, ¿tu eres el nuevo secretario? Estupendo! Nos veremos a menudo porque trabajo en la planta de tu despacho. Además una de las tres trabajadoras de confección de arte y bocetos soy yo." le dije más confiada. "¿Tienes planes para ahora Adriana?" me preguntó haciendo que se formasen una especie hoyitos al final de cada extremo de su boca."Que va, si quieres puedes venir a mi piso y comemos allí, no tengo comida ahecha pero podemos improvisar" dije con tono sarcástico y sonriendo. "Si no te supone ninguna molestia, me parece una muy buena idea, Adriana." respondió sin pensarlo. Me sentía cómoda, protegida y confiada. Esperamos una parada más y nos bajamos en la Vía Comercial, en la que íbamos a comprar lo que me hacía falta y algo para comer.
Íbamos por el supermercado eligiendo algo; parecíamos una pareja. Íbamos muy cómodos el uno con él otro y no parabamos de sonreír. Y sólo nos acabábamos de conocer. ¿Iría esto a mejor, o a peor? Espero que fuese a mejor, me caía muy bien, era majo y amable. Muy convencido, pagó él, no ne dejó ni abrir la cartera. Que chico más dulce. Cojimos el tren 18, para ir a mi piso. Si os preguntáis qué pasó con kla chica de la historia, debo deciros que seguía estando allí, después de 3 años; siempre a los mismos horario. Le comenté a Marcos lo que opinaba sobre ella. Opinabamos lo mismo, aquella mujer trabajaba obligada ejerciendo la prostitución, por eso estaba siempre triste y pasando frío. Pobre muchacha. Bajamos del tren cuando la voz que oía diariamente lo anunció. Salíamos del ascensor que conducía a la planta donde estaba mi piso, cuando nos encontramos a Alex, el cuál me miró con cara extraña. Nos saludamos amable y sonrientemente como siempre y le propuse un café acompañado de una charla a la noche en mi piso. Aceptó asintiendo con la cabeza y guiñandome un ojo junto una pícara sonrisa. Marcos también sonrió; debía haberle conocido en el trabajo, no sé. Entramos en mi piso, y le invité a acomodarse mientras preparaba una ensalada y algo más de lo que habíamos comprado, bueno, había comprado. Acogió la invitación con un largo suspiro indicando descanso, mientras contemplaba cada detalle que formaba parte de mi salón. No duró un largo período este conjunto de acciones, ya que rápidamente se levantó ofreciendome ayuda. Le di las cosas que tenía que poner en la mesa, como un nicho chico, y lo hizo alegremente. Puse la ensalada y unas pechugas de pollo que había freido, acompañadas de unas croquetas recién compradas. Pusimos refrescos y pan, e incomodamente empezamos a comer. Sólo hacíamos que mirarnos el uno al otro intentando no llamar mucho la atención y disimulando. Comenzó el interrogatorio mutuo. Me cae genial, es un chico bastante inteligente y atento. Después de comer, decidimos descansar viendo una película en el sofa. En mi piso no había calefacción, así que, compartíamos manta, pero aún así hacia frío. Tímidamente me intentó dar calor rodeando la parte superior de mi torso con sus brazos, unos fuertes brazos. Quizás íbamos muy rápido, pero era como verdaderamente estábamos agusto, por lo menos por mi parte. Él estaba en posición vertical a la televisión, yo horizontalmente a él, apoyando ligeramente mi cabeza sobre su pecho. Nos dormimos los dos. Cuando me desperté, fue a causa del timbre. ¿Quién viene a estas horOH DIOS MÍO SON LAS 9 DE LA NOCHE? ¿Cómo hemos podido dormir tanto? Miré pornla merilla de la puerta. ¡Era Alex! No podía saber que Marcos seguía aquí, no sería plato de buen gusto. "Marcos despierta, Alex está aquí, ¡son las 9! necesito que te escondas, por favor!" Le susurré medio riendome. Él no tardó en atender mis órdenes y se metió en mi habitación.
¡Piensa Adriana, piensa! ¡Busca una escusa por la que Alex no pueda quedarse! Ya sé, un poco despechada la idea pero, era la única. Me metí en el baño y me quité la ropa lo más rápido posible. Coloqué una toalla alrededor de mi cuerpo y otra en mi cabeza, simulando que acababa de salir de la ducha. Humedecí mis hombros y piernas con un poco de agua del grifo. Abrí rápidamente y di entender a Álex que no podía quedarse. "Quizás mañana tengavun huequecito libre, yo te llamo, ¿vale? Y lo siento por hacerte venir para nada" le dije actuando como si me sintiese culpable. "No pasa nada mujer, he andado un pasillo. La disculpa la doy yo, por molestarte. Mañana nos vemos Adriana, buenas noches" me dijo con voz tenue y tranquila. Suspiré tranquila.
Al cerrar la puerta, el sonido le indicó a Marcos que Alex ya sé había ido, así que, salió de la habitación. "¡Marcos, no, no salgas! Estoy desn..." no me dejó acabar la frase.