Capítulo 4. Acabando bien el día.

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"Oh dios, lo siento Adriana, de verdad" dijo entrando rápidamente en la habitación de nuevo. Decidí reírme mientras corría rápidamente hacia el baño. Una situación digamos, poco cómoda. Me vestí de nuevo y le indiqué que ya podía salir dando unos golpecitos en la puerta. Me dirigí a la cocina y preparé dos copas de vino y las llevé a la mesita que estaba enfrente del sofá y me acomodé en éste. Marcos salió de la habitación. "Estoy en el salón" le indiqué con un tono de voz un poco más alto para que me escuchara. No tardó mucho en llegar y me sonrió al ver la copa de vino. Se acomodó junto a mi y le propuse que cenase en mi casa. Aceptó. Adriana estás yendo muy deprisa. Ya lo sé pero tiene una fuerza que me hace querer estar más y más con él. "¿Pedimos unas pizzas?" le dije sonriendo. Típico. "Me parece muy buena idea, señorita..." Me miro fijamente, haciendo que su cara estuviese cada vez más cerca de la mía. La frase terminó en un beso, un bonito beso. Nuestro primer beso. Que le den a las pizzas. Me agarró por la cintura y cada vez nos sentíamos más. Quería parar, íbamos muy rápido, pero algo me lo impedía. "Marcos, no te conozco de nada" le dije entre beso y beso. "Tienes razón Adriana, pero a veces es mejor no conocer a alguien que conocerla de algo" reconocieron mis labios sus palabras. Quizás tenía razón, la confianza da asco. Obviamente, los besos continuaron, esta vez de pie, camino de la habitación quizás. Mejor no poner rumbo fijo.

Eran las 10 de la noche, y Marcos seguía aquí. Adriana mañana tienes que trabajar, me decía una de las molestas y confusas voces de mi cabeza. A lo que la otra decía: ¡a la mierda el trabajo Adriana! Es guapísimo.

¡Callaros ya malditas! Necesito disfrutar el momento, por lo menos mientras pueda. Me gusta y creo que es recíproco, es muy simpático y atento. ¿Por qué no?

Le hice parar. Me pareció buena idea que él fuese acomodandose en mi no muy blanda cama mientras yo abría el grifo de la bañera y ponía el tapón de ésta para que hubiese fugas de agua en aquel lugar. Quizás, pues eso, mi cama no sería de agua ni blanda, pero bañera tenía para un rato, 2x2 m. Desde mi cama, había vistas a la bañera. Creo que le agradaba ver salir vapor caliente de mi gran bañera. Encendí unas velas y las puse por todo el baño, dando un aspecto romántico, y las acompañé con unas sales de baño aromáticas color rojo. Que bien huele.

Cuando me quise dar cuenta, él estaba allí, ya sin su pija camisa, sin sus pantalones vaqueros arremangados una cuarta y sin sus vans color vaquero ya algo desgastadas. Su cuerpo era de revista, como diría mi madre. Intenté no parecer alucinada ante éste.

Yo, en ropa interior y mi largo pelo suelto, me acerqué hacía él, mientras no dejábamos de mirarnos. Nos besamos nuevamente, esta vez más pasional. Desabrochando difícilmente mi sujetador, le hice un gesto con la cabeza invitandole a entrar a mi bañera. No tardó mucho en pillar mis indirectas, y apagó una de las velas que se encontraban al principio del cuarto mientras hacía que yo caminase hacia atrás con él frente a mí. Mientras hacíamos esto, disimuladamente y sin dejarnos de mirar, nos quitabamos las partes inferiores de la ropa interior, mutuamente. "Las damas primero, Srta. Adriana" me dijo sin dejar de mirarme y haciendo un gesto indicando que podía pasar. "Tú y tus cortesías Marcos. Gracias" le dije sonrientemente y muy convencida. Entré en la bañera. Él detrás de mi. Nos pusimos cómodos y de alguna forma extraña empezamos a...

Capítulo 5.

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