Excitación

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Al día siguiente me senté en la misma banca y me dispuse a esperar a el muchacho que vi ayer. No sé porque, pero presentía que ese muchachito volvería. Al poco rato sentía que me miraban fijamente, me di la vuelta y me encontré con el chico de gafas de ayer, al chocar nuestras miradas el chico se cohibió y bajo la mirada.

— ¡Buenos días! —exclame apenas verlo.

—H-hola —murmuro tímido—. B-buenas tardes, querrá decir...

Ante ese comentario no puede evitar ver mi reloj de muñeca, al verlo me di cuenta que me había pasado toda la mañana esperándolo. Hubo un incómodo silencio entre nosotros, principalmente porque yo no sabía que decir ahora y él era demasiado tímido como para exponer un tema.

— ¿Por qué huiste ayer? —pregunte luego de meditar un rato que decirle.

— ¿¡E-eh!? —Comenzó a tiritar como gelatina— ¡L-lo siento mucho!

—Oye calma... —me levante de la banca y me acerque casi corriendo hacia él— no me molesta que me alaguen —dije soberbio—. Por cierto, tú también tienes bonito rostro —acote sincero.

El chico a niveles nunca antes vistos de nerviosismo; se sonrojó y se cubrió el rostro con ambas manos mientras temblaba.

—Oh, vamos —le quite las manos del rostro—. No cubras lo único bueno de este lugar.

Casi parecía que al muchacho le daría un ataque de lo nervioso que estaba.

— ¿Po-por qué me di-dice e-esas co-co-cosas? —pregunto tartamudeando.

— ¿Por qué? Porque me gustas tontito.

— ¿¡Gustar!? —Exclamo impresionado— ¿D-de verdad? —tartamudeo atónito.

—Ayer estuve un buen rato aquí y tú fuiste lo que más llamó mi atención, eres lindo tanto en físicamente como en personalidad. —me acerque a él, pero este retrocedió durativo—. Quería pedirte una cita, si no te queda gustando no te molestare más.

— ¿¡Cita!?

— ¿Qué me dices?

El chico se quedó en silencio mientras se sobaba las manos, parecía pensativo.

—No lo sé... —susurro tímido— nunca he estado en una cita, además tampoco se vuestro nombre.

Detalle menor, no se imagina cuantas personas me he tirado sin siquiera preguntarle tales cosas.

—Oh, perdón —dije fingiendo vergüenza—. Me llamo Leonardo. —Hice una reverencia, cosa que pareció desconcertarlo— ¿Cuál es tu nombre?

— ¿M-mí no-nombre? —Tartamudeo tímido— y-yo... ahh... —El chico estaba tan nervioso que parecía que había olvidado su propio nombre—. Aidan —dijo al fin—, me llamo Aidan.

—Lindo nombre —dije sincero— ¿y bien, Aidan? ¿Quieres ir a una cita conmigo? siempre hay una primera vez para todo —Le tendí mi mano.

El chico miro mi mano con una ligera desconfianza, pero la termino tomando con timidez.

—P-puede ser divertido —susurro con una ligera sonrisa.

Caminamos juntos por la ciudad, aunque debido a que aún no me tenía suficiente confianza no me dejo alejarlo mucho del parque. Por cada cosa que veíamos podía oírle decir: "wooow...", cosa que no me molestaba en lo más mínimo, hasta incluso me parecía muy mono que hiciera eso.

De repente vi que se quedó atrás y debido a que estaba mirando fijamente una una tienda de libros. No sabía que le gustaran los libros. Bueno, realmente no sabía nada sobre él. Aidan al darse cuenta de que lo miraba fijamente se sonrojo y corrió a mi lado.

—Lo siento, me distraje —dijo tímido.

—¿Quieres entrar a la tienda? —apunte a la tienda de libros.

—N-no te-tengo di-dinero —respondió tartamudeando.

—Pues yo sí, te comprare lo que quieras.

—No es necesario —susurro tímido.

—No me molesta, cariño —el chico se sonrojo cuando le dije: "cariño"— solo quiero que disfrutes nuestra cita.

—ya estoy disfrutando la cita, no tienes que comprarme cosas —contesto mientras se sobaba nerviosamente las manos.

No pude evitar sentir una gran satisfacción al oír eso. A pesar de lo que dijo yo seguí insistiéndole en comprarle un libro y terminó cediendo, aunque debido a su humildad escogió un libro bastante barato, del cual, sinceramente, no recuerdo su nombre y tampoco es que me interesé saberlo.

—Muchas gracias Leonardo —dijo el chico mientras guardaba el libro en su mochila negra.

—Llámame Leo, ternurita.

El chico se sonrojo y se puso a tiritar como siempre hace.

—De-de acuerdo, le-Leo —tartamudeo tímido.

Seguimos paseando por ahí hasta que comenzó a hacerse tarde y él tenía que irse a si casa. Le acompañe a su casa para asegurarme de que ningún violador lo tomara antes que yo.

—¿Te ha gustado la cita? —pregunte una vez llegamos a su casa.

El chico se limitó a asentir la cabeza con timidez.

—¿Quieres volver a salir mañana? —pregunte coqueto.

—Tengo que quedarme en el colegio para dar un prueba atrasada —susurro casi inaudible—, pero tengo libre el sábado.

No pude evitar sonreír con esas palabras, aunque sería una lata estar tanto tiempo sin poder estar con esta ternurita.

—Entonces será el sábado —dije contento.

El chico esbozo una leve sonrisa y asintió con timidez. El chico, para mi sorpresa, me beso la mejilla para luego entrar corriendo a su casa.

Hubiera preferido que el beso fuera en los labios o mejor aún, se me entregara ya de una vez para acabar de una vez con estas ñoñerías de adolescentes.

Solo es un juego [Gay]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora