— Podrías haberme agradecida mañana.... Toma — le entrega su abrigo — Que imbécil eres, sales como si fuera el maldito verano — murmura volteandose.
— Gracias! — exclama el pequeño con una sonrisa en sus labios, y por primera vez, no le había desagrado.Al llegar a su hogar, creyó que moriría de hipotermia.
— Oni-chan! — las gemelas se le abalanzaron, dejando sus melenas en su rostro
— Puaj! Tengo cabello en mi boca Kaori! Kana! — exclama Tobio entre risas, escuchando como las pequeñas se divertían
— Estás congelado Tobio-ni! Vamos adentro, mamá prendió la calefacción — murmura Kaori, una pequeña de ojos verdes y cabellos oscuros le arrastró hacia dentro, la igual que Kana. Las dos se parecían mucho, pero al pasar el tiempo las fue diferenciando.
— Tobio-chan llegó! — exclama Kana
— Y está congelado! Tiene frío mamá! — le sigue Kaori, haciendo que mamá saliera
— Y tu abrigo? — pregunta esta haciendolo entrar
— Ehm... — no podía decir que se lo había pasado a un chico, no le iba a creer — se me quedó en el gimnasio y cuando lo quise sacar, ya se encontraba cerrado — murmura arrojando sus zapatos en la entrada, sintiendo el calor hogareño emanar de las paredes de el hogar
— Ah... — la mayor suspira, tocando su frente — será mejor que te comiences a cuidar Tobio, el invierno es crudo y te puedes enfermar rápido y sabes, que tu salud es débil — murmura con ese tono preocupado de toda mamá
— Lo siento... — responde en un estornudo — Lo siento de nuevo — suelta una risa, haciendo lo mismo en su madre.A la mañana siguiente, se sentía morir. Su cuerpo dolía, cada movimiento realizado le hacía lamentar haber tenido compasión que aquel enano. Su voz no salía ni por mucho que se esforzara y su garganta ardía como el infierno. “Éste es mi lecho de muerte, moriré en cualquier momento”.
El día entero se lo pasó en cama y no fue a la escuela, de todos modos no iría con aquel temporal de afuera. Aparte de recibir las reprendidas de su madre, el día había sido: Dormir, despertado por mamá para tomar los medicamentos, dormir y dormir. Las 20.00 marcaban y mi día iba a seguir siendo el mismo, pero mamá hizo que me levantara
— Hay alguien en la entrada que te busca, la haré entrar — murmura ella, mientras Tobio no sabia quién lo vendría a ver a estas horas de la tarde. Caminó sigilosamente hasta la entrada, no pudiendo creer lo que tenía frente a sus ojos.El pelinaranja, abrigado hasta las orejas, traía su abrigo. Y sonriendo al pelinegro, le saludó.
“Que mierda?”.
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No sabes nada, absolutamente nada.
FanfictionLas noches son frías, al igual que su actitud y su caminar. El día es cálido, igual que el pequeño. El sol tiene toques naranja y amarillos, como sus cabellos. Pero el invierno cae sobre sus presencias y uno de ellos se tendrá que adaptar. "No sa...