×12×

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Y el cabellos anaranjado volvió a dormir en su cama. No le molestaba, de hecho, le sorprendía que no le produjera algún tipo de emoción.
Ver al chico llorando a mares, aferrándose a las ropas de su madre, le produjo una sensación de soledad, incomprensión y tristeza. ¿Su vida, se parecerá a la mía?. No.

Esa noche había dormido en uno de los sofás de la sala, sintiéndose en la prehistoria, por el mero hecho de que su almohada era tan dura que parecía roca. Aunque la palabra dormir no era algo justo, ya que, eso era lo que menos había hecho. Su cabeza estaba llena de pensamientos que robaban y dejaban a su mente enredada. Su móvil, que era su fiel compañero en estos días de insomnio, no le estaba ayudando en nada en cuanto a conciliar el sueño
— Tsk.. — se levantó ya cansado de la incomodidad y se dirigió a la cocina por leche. como le gustaba esa mierda. Calentó un poco la sustancia y se sentó en una de las sillas .
Todavía no lograba entender de el porqué, Hinata, un chico querido por todos, sonriente y simpático, tendría que llorar de esa manera. No era propio de el y mucho menos tan... Desconsoladamente. Quizá tenía problemas, como todos, pero la última vez que Kageyama había llorado, y de esa manera, fue cuando su padre había fallecido. El llanto desgarrador que no sale solo de tu garganta y ojos, si no, que de el alma, ese sentimiento que llega hasta doler el pecho y tus hombros caen como rocas, quitando las ganas de vivir a tu cuerpo y solo querer dormir y dormir.
Bueno, Shoyo se vendía a los profesores. Y esa era otra cosa que no lograba a entender. ¿Porque debe venderse?, ¿es pobre?, o simplemente le gusta sentir cosas dentro de el?...
— Ah... Quema.. — musita sacando su lengua, soplando la taza para volver a tomar.

Luego de estar un buen rato en la cocina, lavó su loza y pensó en ir nuevamente al sofá. No, demonios no. No volveré a esa cosa. Así que subió a revisar si estaban todos dormidos. Fue a la pieza de su madre y estaba se encontraba durmiendo. Fue al cuarto de sus hermanas y Kaori estaba toda destapada, caminando hacia su cama, la volvió a tapar, acariciando sus cabellos. Las chicas se parecían tanto a su madre. Salió de el cuarto y se dirigió a su habitación, dando a conocer que el pelinaranja no estaba dormido. Sentado en la cama, con las ropas que le había pasado su madre y con la vista pérdida en los grandes espacios de el estrellado cielo

— Es bonito no? Un cielo con estrellas y criaturas libres... La brisa que pasa a través de los cuerpos... Es una sensación que extraño... Gracias...

No sabes nada, absolutamente nada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora