1

2K 105 5
                                    

23 abril, 2016

Sábado, como de costumbre el centro comercial se llenaba por aquellos adolescente que invitaban a sus novias al cine, donde disfrutaban de un helado, entre risas y muchas veces peleas por sus típicas boberías.

Las bancas se adornaban de chicos entretenidos en sus celulares hablando, tomándose fotos, ignorando a las personas que transitábamos a nuestro trabajo.

Se podría decir querida mía, que para ese sábado era uno cualquiera, traje, corbata gris, manos en el volante con un tráfico pesado, una oficina decorada con estrés y mucho papel. Todos los días era lo mismo, casa trabajo, casa trabajo.

Había olvidado la palabra alegría en mi vida. Y Ángel tu nombre es un sinónimo de esto.

Mientras conducía de vuelta vi a aquella chica, ojos marrones cabello castaño y unos lentes azules, me veías asustada pero Dios Ángel,
¿como se te ocurre no mirar al cruzar?

Me hiciste bajar del coche un tanto alterado, te veía como una niña, quizás era tu primer año en la universidad e ibas muy atareada, murmuraste un "lo siento" mientras continuabas tu camino dejándome allí, molesto ante tu poco cuidado.

Nunca soy tan observador pero como agradezco que hayas dejado tirada tu cartera Ángel, aquel sábado fue todo menos un día ordinario.

Alma AbiertaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora