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Me senté frente a ti, viendote algo serio pero eso no apagó tu sonrisa Ángel. Tomaste tu cartera y siquiera le revisaste, pude robarte Ángel, eres tan confiada.

Entre tus manos seguiste bebiendo tu chocolate caliente, sin importar que estuviera allí iniciaste una conversación con naturalidad.

Nunca te disculpaste por pasar y ponernos en peligro sobre la carretera, de hecho Ángel, me hablaste como si me conocieras de toda la vida.

No que me hizo escucharte,
Si fue el hecho de que no tuviera nada que hacer.
Si solo fue el interesarse en una compañía.
Si fue por educación.
O solo fue que el sonido de tu risa, que provocaba en el querer sonreír también.

Esa noche cambiaste algo, maldita sea luego de esa noche quise volverte a encontrar,
un sábado,
en medio de la carretera,
para seguirte hasta parar en estúpidas risas de dos simples desconocidos.

Alma AbiertaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora