prólogo

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El alineamiento lunar aun no llegaba, faltaban tan solo tres días y todo habrá cambiado. Tres días para ver la gran luna llena en todo su esplendor y nadie mas que ella y por supuesto la persona que la ayudaría sabían de eso, habían de la magia de el espejo que atesoraba, pero ya pronto lo utilizaría para su objetivo.

Eleonor miro el pequeño espejo de mano de color dorado por el cual podía verse a si misma , pero sabia perfectamente que no era ella. Simplemente era el reflejo de otra chica de otro lugar y aunque tuviesen meras diferencias eran iguales físicamente, las diferencias no eran mas que las ondas de su pelo y el pequeño matiz azul en sus orbes grises pero aun así habría que fijarse bien para verlo.

Tomaría su lugar y viviría lejos de todo aquel teatro de condescendencia con la cual vivían todos aquellos nobles de la sociedad, seria libre de poder elegir a quien amar y libre de elegir por si sola lo que quería.
Poso la mano sobre el reflejo del espejo y sonrió. Solo tendría que apuntar la luna en el momento adecuado y esa chica estaría allí, pero primero tendría que lograr que ella tuviese el otro espejo
y hacer que le llamase la atención lo suficiente como para llevarla hasta ese lugar y sabia como lograrlo.

Desde siempre había escuchado la alineación de la luna llena y había creído que era tan solo un mito pero nunca de imaginó que fuese ella quien tuviese que jugar a su favor con la supuesta leyenda de la la alineación de la luna y uno que otro planeta.

- Eleonor - ella miro hacia donde escuchaba la voz de su madre desde el umbral de la pequeña terraza que daba hacia el jardín.

- si, madre.

- otra vez mirándote al espejo - entonces se le acerco y la miro con cariño - Te he dicho que eres muy atractiva, no tardaras en conseguir un buen marido - decía lady Sofia de Carrintong a su hija como si el motivo de estarse mirando seria con el fin de verse bonita para atrapar a un hombre, pero la verdad estaba mas lejos de lo que pensaba su madre.

- pero no quiero casarme.

- Alberto y tu padre ya están ansiosos de que si lo hagas, se buena chica y comportate como es debido, como una dama - habló como si no hubiese escuchado su protesta y eso era lo que mas odiaba, no ser escuchada como si su voz no valía nada - ya es muy tarde, ve a dormir para que mañana tengas buen aspecto queremos que causes buena impresión, recuerda que es baile que dan los Wenners en honor a la pascua. Ahí aprovecharemos para presentarte a sociedad.

Eleonor obedeció, seria inútil contradecir a su madre en esos momentos y aunque algo le oprimía el pecho por lo el desacuerdo que luchaba en su interior. La lucha que siempre llevaba consigo misma era todo aquel embrollo de haber llegado según sus padres a la edad  casamentera. Solo ella sabia lo que deseaba y nada tenia que ver con que la casaran, ella quería mas que eso quería ser amada por alguien antes de casarse, quería ser ella misma y quería aprender muchas cosas que aun no sabia.

No había olvidado el baile del que su madre habla, ya que era de lo único que habla el pueblo de las fiestas de los Wenners, donde un monto de chicas iniciaban su vida de sociedad, donde acudían encantadas de ser exhibidas como objeto y por supuesto ella no seria la excepción, solo que a diferencia que otras mujeres ella sabia que eso era lo que no necesitaba. Sus padres ya habían decidido presentarla para que así consiguiese un buen marido como había hecho su hermana.
Odiaba su vida y ya estaba deseosa de ver lo que le deparaba el espejo.

Al día siguiente todo fue como otro de esos días normales a excepción del desorden y la emoción de su madre eligiendo sus mejores trajes de fiesta, pero ella a diferencia que su madre no estaba ansiosa por acudir a la velada que celebraría esa noche, no quería ir pero tendría que hacerlo para hacer creer a sus padres que su objetivo era un marido de buen partido.
Cada vez que se hacercava más la hora de la estúpida presentación y nada la llenaba mas de ira que ser presentada como un objeto en venta. Se negaba rotundamente, no quería casarse y menos con un hombre que de seguro elegirían sus padres ¿Acaso nadie veía lo que ella? ¿nadie sabia que el mundo podría ser diferente? Pues ella si lo creía e iba a cambiar su destino.

Su hermana mayor estaba a su lado ayudándola a prepararse para el gran espectáculo de hipocresía donde la mayoría iba mas bien a fijarse y a chismorrear que ha disfrutar un poco.

Suzette a diferencia de ella veía las cosas como cualquier otra mujer de esa época , era sumisa obediente y todo eso de conservadora que ella por supuesto no era pero que tampoco demostraba, había aprendido a ocultar esa parte de ella a toda costa y Suzette estaba felizmente casada con sir frank Hofman que por cierto era uno de esos millonarios de sociedad el cual quedo prendado de ella en cuanto la vio y quien no lo haría con lo guapa que es con ese pelo castaño casi dorado, sus ojos ambarinos y su piel cálida del color de el sol, a diferencia que ella era tan blanca que tenia el aspecto de la fragilidad, sus ojos grises y su pelo como el bronce. Eleonor miro a su hermana a través del espejo mientras la peinaba le hacia uno de esos recogidos elegantes con unos cuantos flequillos sueltos que serian una bendición si fuesen rizados como los de su hermana y no tan alaciado como los suyos.

- Estas hermosa, Elen. - dijo captando su mirada gris a través del espejo - recuerdo mi presentación y cuando ví a frank entonces supe que era para mi, tal vez encuentras a tu príncipe esta noche, Elen, estas muy hermosa. - y le dedico una de sus sonrisas cálida .

- gracias Suz, eres un amor, pero yo no se si valla a encontrar ese príncipe no quiero casarme con nadie.

- se que aveces puedes ser un poquito rebelde - si supieras lo que pienso hacer con esta rebeldía y el espejo oculto en mi cajón, no me subestimarías con un poquito sino con mucho - pero estar casado no es tan malo tiene sus ventajas.

Volvió a sonreirle y con un ultimo toque a su peinado ya estaba lista. Su madre estro a la habitación en ese instante y las miro a las dos para luego decir:

- ya es hora. Suzette ve abajo tu marido te busca - se dirigió a su hermana hacercándose con cara de estar satisfecha al ver a Eleonor - y tu querida ven conmigo tu padre esta ansioso de por fin verte casi casada.

Suzette fue la primera en salir luego su madre la agarro por una mano y la guió por el pasillo hasta las escaleras como si fuese una niña pequeña a la cual necesitase que la guiaran.

- se me ha escapado decirte que tu padre ya ha elegido un buen partido para ti - lo sabía, siempre lo supo, sus padres no la dejarían elegir. Oculto su ira y le sonrió a su madre, se quedaría tranquila porque tenia su has bajo la manga - así que ni se te ocurra ver a otro hombre a menos que se te indique cual es.

- pero... - quiso protestar ya que ver pretendientes era lo que menos quería hacer.

- nada de pero, ya esta decidido, te casaras con sir Henrry Monrrel. No proteste y ve abajo.
Con sir Henrry Monrrel, acaso sus padres estaban mas descabellados de lo que se había imaginado. Monrrel no era un buen partido lo sabia por la comidilla de la ciudad, mas bien era un acosador, nada atractivo y algo mayor para ella, pero que mas daba en dos días ya no seria ella quien tendría que cargar con eso de tener que casarse, pues eso se lo dejaría a la pobre chica que tomaría su lugar. Y así con un suspiro comenzó a bajar las escaleras, se dirigió al carruaje que espera afuera, lo hizo con una sonrisa. Solo tendría que aguantar aquella estúpida presentación y dejar todo el espectáculo montado para la nueva Eleonor y así llego al baile para ser el centro de atención de todos, era cierto que era atractiva pero hasta ese momento no se había dado cuenta sino hasta ver como los hombres se atrevían a mirarla, ansiosos algunos por estar incluidos en su tarjeta de baile y otros curiosos por la carne fresca.

A Través De TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora