-- Dios mío, ¡¿En qué estabas pensando, Eleonor?! - estaba casi dormida cuando Suzette llegó gritando como una loca -- ¿Qué ha estado pasando por tu cabeza últimamente? ¿ De veras te has vuelto loca?
-- ¡Que! ¿De qué estás hablando? - me incorporé en la cama aun sobresaltada por sus gritos. La miré a la cara y su rostro era de espanto pero sus ojos estaban empañados.
-- no te hagas la inocente, sabes muy bien que hiciste - sin advertirme me lanzo algo parecido a un periódico.
Sé que estaba muy enojada pero un periódico no ameritaba tanto escándalo; así que lo tomé en las manos miré aquello por lo que me gritaba.
Dios, pero si era yo, y nada más ni nada menos que sin ropa. En el dibujo había un lago, una mujer desnuda y un hombre la tocaba, pero el rostro de este no se veía, aún así había que ser adivinos para saber quién era, bueno al menos yo sé quién es. Él, es mi ángel salvador como yo le llamo. Y había que felicitar al dibujante por transmitir tremendo acontecimiento.
Miré a Suzette nuevamente, está comenzó a caminar de un lado a otro de la habitación y ahora ya sé que eso solo lo hace cuando le preocupa algo.
––No sé que significa esto – dije alzando lo hombros –– pero no es lo que parece.
Bien, no tenía ninguna argumentación para defenderme, ni siquiera sabía que clase de truco era aquel, o si más bien podía ser una trampa, pero sí estaba segura de que era yo porque la noche anterior creí haber estado viviendo una pesadilla pero al perecer aun sigo en ella y de mala manera; pero para mí mala suerte había empezado todo mal, empezando con aparecer desnuda delante de un desconocido y para el colmo aún no encontraba ninguna explicación lógica del fenómeno que representaba todo aquello. Lo que solo sabía era que había despertado en una época que no era la mía.
–– En serio te creía capaz de hacer cualquier cosa para escapar de tu compromiso – se detuvo, me miraba con ira y me señala el periódico con un dedo ––pero esto, ha excedido todos los límites, Eleonor.
––No soy Eleonor – me quise defender, quise decirle que ni mi nombre recordaba, quise gritarle y todo para que dejará de mirarme como si había hecho lo peor de mí vida.
–– ¿Entonces me quieres decir que esta no eras tú? – tomó el periódico para mostrarme el dibujo nuevamente, pero esta vez contra mi cara.
–– si, pero... No sé cómo llegué, no sé cómo pasó yo...
–– No seas descarada. ya veo por que has agarrado tremendo resfrío. Te estabas divirtiendo anoche. – me interrumpió hablándome, no, afirmando que era así y mirándome de arriba abajo con la confusión aún reflejada en su rostro –– No quiero ni pensar que dirán nuestros padres, pero de seguro se preguntarán al igual que yo ¿Quién es el que aparece ahí a tu lado? Y estarán muy decepcionados de ti.
–– Es... Es el jardinero.
––¿¡El jardinero!?
––No... no era... Era Damian.
La ví abrir la boca y luego no escuché nada, simplemente nada porque acababa en aquel momento de sumergirme en mis pensamientos en lo más profundo de mi memoria tratando de recordar que hacía yo en Aquel lugar. Entonces comenzó el tremendo dolor de cabeza; un pinchazo agudo e insoportable en mis sienes. Me agarré tratando de calmarme para no tener que gritarle a la mujer que aún seguía dándome su reprimenda. Dejé de ver la luz porque en aquel momento todo se oscureció a mi alrededor, dejé de ver, dejé de oír y dejé de pensar.
***
Solo era consciente del fuerte dolor de cabeza cuando la vi a ella parada delante de mi. Era yo, bueno Eleonor. Ella resplandecía como una estrella, como un fantasma y se le veía desesperada y... ¿Transparente?
–– tu... – quise gritarle pero me sentía muy débil y no sabía por qué –– todo esto es tu culpa.
––lo sé. Y no sabes cuánto me arrepiento.
––¿En serio? Pues no te creo – y la miré con lástima preguntadome que la había llevado a ella a cometer toda esta locura –– ¿Por qué me has traído aquí?
––no lo recuerdo exactamente – negó con la cabeza.
––entonces me estás diciendo que no sabes cómo regresarme.
–– no he dicho eso.
–– pues dime cómo volver – apreté los puños enfadada.
–– es complicado por ahora.
––¿Qué... Que me está queriendo decir? – levantaba las cejas cada vez menos convencida.
–– pues, verás, cuando te he traído aquí no sabía que las cosas saldrían así.
––asi como?
––al parecer he perdido parte de mi memoria – me mira de arriba abajo –– y por lo visto las partes que tú has absorbido.
–– enserio esperas que me crea eso? Y si es así tú debes recordar quien soy porque yo no recuerdo nada.
–– Es lo interesante del caso, yo no tengo nada de ti. No sé quién eres.
–– Creo que eres una de las personas más estúpidas que he visto – respire hondo tratando de no llamarme estúpida a mi misma porque al perecer estaba hablando con mi retrato ¿O no? –– o Dios como te atreviste a traerme aquí y sin consultarme. Además creo que debo de estar desarrollando algún estado de demencia.
–– No tengo mucho tiempo. Hay algo que me impide estar presente y hasta que puedas encontrar el otro espejo debes seguir siendo yo. Y creo que debés prepararte para lo que viene.
— si, me he enterado de que te van a casar o mejor dicho me van casar porque al parecer soy yo, no tú.
— lo sé. Lo siento – ¿De verdad estaba arrepentida? No me lo creí ni por estar viéndolo en aquellos momentos con el miedo escrito en su cara — solo te pediré una última cosa.
— ¿y que hay de mi? ¿Acaso no importa lo que yo quiera? – la verdad estaba muy enojada con aquella chica por haberme metido en todo aquello.
— si quieres salir de esto deberás ayudarme porque al parecer no puedo hacer nada. No poseo un cuerpo terrenal; solo te te pido que encuentres el espejo.
— ¿me dirás qué pasará después?
— te lo prometo. En cuanto lo recuerde o lo averigüe.
Como si nada ella desapareció, entonces la habitación comenzó a girar y todo quedo a oscuras.
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A Través De Ti
General FictionAdela es una chica comun y corriente, bueno aveces no tanto. Es del siglo XXl rebelde como ninguna otra, Pero su rebeldia tendrá freno al verse atrapada en el año 1802 y todo debido a un pequeño espejo antiguo que le regalan a la vispera de su vigés...