-¿Entonces? ¿Vamos a desayunar así de callados?-preguntó mirándome. No le dediqué ni una mirada, solo asentí con la cabeza.- Quería preguntarte algo.-agregó.
-Guárdatelo, no quiero saber que quieres preguntar.-dije. Rió cínicamente.
-¿Por qué tan a la defensiva?
-Porque tú eres un maldito fastidioso.
-Lastima.-dijo echándose para atrás sobre el respaldo de la silla.- Vas a soportarme toda tu vida.
-Aun no entiendo. Esta bien que me compres en una subasta y todo eso, que me tengas en tu casa y me fastidies todo el día, pero...¿Por qué me tengo que casar contigo?
-Porque a mi se me da la gana.- me dijo. Ahora si lo observé.
-¿Y si a mi no se me da la gana?-arqueé una ceja. Sonrió.- No me hace ningún tipo de gracia, es más, cuando estemos en el altar y pregunten si acepto o no, diré que no.
-Dilo y quedas expuesta a cualquier tipo de venganza.-me dijo. Arrugué la nariz y le saqué la lengua.- Yo también te amo Rowan.-me dijo entre risas sarcásticas.
Aun estaba sin entender todo esto. El podría haber abusado de mí, me podría haber golpeado y hasta insultado de manera extravagante por mi comportamiento, sin embargo solo me molestaba y me deseaba en su cama.
-Como digas Meyer.-dije tomando el último sorbo de mi jugo.- De todas maneras no ganas nada siendo mi esposo, así que da igual.
-Si que gano bonita.-me sonrió.- Y créeme que aun no sabes lo que tu te ganaras.
-Depravado.-dije haciendo una mueca de asco. Rió.
-Ya veras, cuando estemos casados no dirás lo mismo, todo a su debido tiempo.
-Peyton ya deja de soñar despierto y termina con tu café, quiero irme de aquí.
-Tranquila, tranquila pequeña.-dijo calmado. Desvié la mirada.
Estoy segura de que era a propósito. Estaba tardando más de media hora en tomarse un insignificante café. Me tenía harta, cansada y muerta de sed. Quería irme, escaparme de su lado, no volver a verlo. Cerré los ojos con fuerza, me dolía la cabeza y no soportaba el bullicio de gente.
-Ya vamos.-dijo, al final.- Pero espera que voy a pagar al mostrador.
Me quedé ahí sentada con los ojos cerrados por un rato. Respiré profundo y me levanté de la silla, inmediatamente me mareé y tuve que volver a sentarme.
-¿Estas bien?-preguntó poniendo una de sus manos sobre mi hombro. La quité con una mueca de desagrado e intenté levantarme de nuevo. Peyton tuvo que tomarme de la cintura, casi caigo dura al piso.- No, definitivamente no estás bien.-dijo. Apoyé mis manos sobre los hombros de Peyton y me puse firme.
-No necesito tu ayuda.-dije. Elevó los hombros en señal de desinterés y me aferró a su cuerpo.
-Si la necesitas.-me dijo sensualmente a escasos centímetros de mi oído.
-No Peyton.-dije tragando saliva. Me separé de el.- No quiero nada que venga de tu parte.-agregué y comencé a caminar.
Sin decir nada más me siguió. A mitad del camino se adelantó y me tomó la mano con suavidad.
-¿Vamos a la playa?- preguntó luego de besar mi mejilla.
-No tengo ganas.-dije pasando mi mano por donde había dado el beso.- Y no me beses.- lo había limpiado con brusquedad.
-Mala persona.-dijo y tiró de mi brazo para atraparme en un abrazo.- Vamos a la playa.-insistió.- Por favor.-besó mi cuello. Lo aparté con desagrado.
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La Bella Y La Bestia © •Reyton•
CasualeQue feo es cuando la persona que más amas es la persona más fría del mundo, que feo cuando le intentas demostrar tu amor y te hecha de su vida a patadas, que feo que tu seas la presa de sus castigos y malas costumbres.