Vómito de emociones

Tan lejos...Tan cerca

"Y juntos, junto a un fuego imaginario
abren paquetes y entre regalos,
se dan un beso que dura siete segundos"- Andrés Calamaro

Siete segundos fueron los que bastaron para darme cuenta que estabas cerca mío, que al fin podría conocerte. En mi vida no todo es soledad, libros, música y último año del colegio. Existió alguien especial, que a pesar de sólo haberlo visto siete segundos, como dice la canción, me iluminó como nadie. Me hizo feliz.

Pero volvamos al principio de esta historia, cuando los siete segundos no eran más que el tiempo que se demoraba el semáforo de las calles Tucumán y Rivadavia. Moría por llegar a mi casa, hasta que de pronto te ví. Mezcla rara de adolescente apurado y al mismo tiempo despreocupado de la vida, auriculares, y una mochila con, imagino yo, muchas cosas que contar, además de cuadernos y cosas útiles para sobrevivir un día en una jaula con bancos como la mía. Te ví, y al instante me petrifiqué. No sabía si gritarte, o bajarme corriendo y darte un abrazo, o simplemente ver como te alejabas del semáforo con cara despreocupada. Quería decirte "Eu, como estas?", pero la cobardía, el cansancio y la falta de decisión me ganaron.

Soy una cobarde, y encima de cobarde, una cómoda de mierda. Eso soy, no soy capaz de salir de mi zona de confort para explorar nuevos horizontes.

Pero la verdad, la absoluta verdad, es que me aterran los cambios. No estoy psíquicamente preparada para un posible rechazo (sí, siempre creo que me van a rechazar, es lo más probable), y creo que esto se debe a que temo a que me contesten como contesto yo el 95% de las veces. Porque para mí, cuando las cosas no están muy claras, al tacho de la basura. Las descarto y ya, me convenzo con "eso no era para mí, ya va a venir algo mejor", y abandono todo.

Volviendo al momento en que te ví, en mis auriculares sonaba "Instan Crush", de Daft Punk, para mí, era mucha causalidad, no casualidad. Porque las casualidades no existen, creo que todos hicimos algo anteriormente para que las cosas que pasan aquí y ahora estén sucediendo. "El aquí y ahora realmente es lo más importante", dijo alguna vez Cerati en una entrevista. Y sí, de nada vale haber estudiado toda la semana para un examen, si al momento de rendirlo te nublas, y entregas en blanco. A quien le reclamás el tiempo invertido? A nadie. Si no aprovechaste el tiempo, y no recordaste todo lo que estudiaste, chau, a llorar al campito. El aquí (lugar) y el ahora (momento) es lo más importante, si. Pero a esto me gustaría agregarle un tercer punto: la decisión con la que hagamos que este "aquí y ahora" se cumpla. Si lo hacemos 100% seguros de nosotros mismos, apostando todo a que SÍ va a salir todo bien, y a que Sí lo vamos a lograr, nuestro "aquí y ahora" será un éxito. De lo contrario, si empezamos a dudar, y a manejarnos según la cantidad de cosas que puedan pasar mientras realizamos nuestro "aquí y ahora", algo malo sucederá.

Soy consciente de que tanto a la mala suerte como a la buena suerte, son atraídas por la mente, con el pensamiento, con la fuerza de voluntad. Si tenés siempre un pensamiento negativo, un "no voy a poder" instalado en la cabeza, estoy casi segura que lo que querés hacer fracasará. Pero en cambio, si a pesar de todas las tempestades que se interpongan en tu camino, le pones pilas y siempre caminas con la frente en alto, tarde o temprano lograrás y alcanzarás tu objetivo.

Hay que ser persistente. Hay que resistir al no, a las malas lenguas que nos siguen pegando abajo, machacando nuestros sueños y haciendo añicos nuestra felicidad.

Para terminar, quiero decirte que si alguna vez te vuelvo a cruzar, prometo frenarte y decirte aunque sea un "hola". Voy a conectarme de alguna forma con vos. Pero mientras tanto, vamos a estar destinados a no cruzar nuestros hilos, por espero que no mucho tiempo más.