Día 1: No soy una asesina, soy médico.

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Me acaban de contratar en la clínica "HappyByeBye".

Hoy es mi primer día. Me están explicando que les estamos haciendo un favor a las personas, que somos médicos, les ayudamos a que no sientan dolor, a que mueran felices...

He conocido a una persona interesante; su nombre es Emmanuel Menéndez Martínez. Es un chico muy agradable; piel muy blanca, ojos claros, pelo rojo, más alto que yo, delgado, inteligente, bastante apuesto. Es uno de mis superiores. Se encarga de comprobar que la maquina está a punto para que nuestro trabajo sea más sencillo.

Me ha explicado que dentro de la clínica hay un psicólogo para los empleados; dice que no todos los que están allí pueden realizar sus funciones. Me contó que hasta él se derrumbó al ver a un hombre llorar mientras moría; -¿Por qué lloraba?- le pregunté-"Puede que fuera por miedo o por desahogo, eso nunca lo sabré. No pude preguntárselo; cuando me acerqué para desconectarlo ya era demasiado tarde; había pasado a mejor vida. Pero su expresión no parecía muy agradable... Por ese incidente estuve suspendido de mis funciones aproximadamente 3 meses. Todavía no me quito de la cabeza a aquel hombre. Me hubiera gustado preguntarle el porqué de su ansia por morir, pero ahora jamás lo sabré..."- dijo mientras sus ojos se humedecían dejando que unas lágrimas se escurrieran por su rostro, se apresuró a secarlas y enseñarme una sonrisa.

Megafonía me llamó. Me despedí de Emmanuel educadamente y corrí para entrar en aquella sala que me convertiría en asesina.

Ahora no salvo vidas,  me las quito de encima.

Era un hombre, de mediana edad; parecía asustado y lloraba. No lo entiendo, el eligió su muerte ¿Por qué lloraba? Eso ahora nunca lo sabré; pero sinceramente, después de haber estado apartada del mundo toda mi vida; no es que me importe demasiado. Noté que esa sensación era muy pobre, noté que faltaba algo. Le puse una vía, lo conecté a aquella máquina y observé a aquel hombre. Vi como la vida se desvanecía de su cuerpo.

He de admitir que me gustó verle morir, pero faltaba algo en esa sensación.

Me acaban de confirmar que estaré encargada de las llamadas nocturnas, me han proporcionado un teléfono, debo darles cita con la ayuda de una agenda electrónica.

Puede que haya encontrado la forma de hallar ese "algo" que me falta.

La próxima persona a la que tenga que matar no será con una aguja, será de otra forma.

Diario de una Doctora Asesina - Muerte Asistida = EutanasiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora