Miré a mi alrededor. Mis ojos querían cerrarse, mi sangre manchaba el sucio pasillo, mi transpiración caía junto a esta.
Las manos de aquellos mutantes rodeaban mi brazos, y en un abrir y cerrar de ojos me tiraron sin delicadeza alguna sobre el duro suelo de mi celda. Se acercaron y lanzaron amenazas en su propio idioma, que seguía siendo incomprensible para mí. Cerraron la puerta fuertemente y escuché como sus pasos se alejaban. Froté mi manos contra mi cara.
-¿Funcionó?- Escuche a través de la pared.
-Claro que si...- Sonreí.
-Entonces como piensas escapar, digamos que son tremendamente fuertes, inteligentes...
-Ya lo se- Lo interrumpí- Pero yo también. Pude conectar el chip en uno de sus cinturones y robarle una de sus tarjetas.
-¿Felicitaciones?
-Deja tu soberbia de lado Nick.
-Bien- Se limitó a responder- ¿Y ahora qué?
-Hay que esperar.
El toque de queda había empezado. Las celdas estaban rodeadas de mutantes. Y según los cálculos de Nick, siempre paraban al menos quince minutos para comer. Cuando ya no escuchamos el habla de ellos, nos decidimos a escapar. Pase la mano por la pequeña abertura de la puerta -por donde nos pasaban la "comida"-, y pase la tarjeta. La puerta se abrió y sonreí sin poder evitarlo.
-Apúrate Eden, ya quiero salir de esta pocilga.
-Ya va, ya va...
Salí de la celda con total sigilo, y tan pronto como pude abrí la puerta de Nick, su cuerpo atravesó la puerta, y sus ojos viajaban por todo el lugar, observando su alrededor.
-Debemos salir
-¿Ni un gracias?
-Ya cállate.
Me limité a no responder. Aquella base donde nos tenían aislados imitaba las condiciones de la Tierra. Nuestro antiguo planeta fue invadido por aquellos mutantes, quienes lo destruyeron, llevándose todo lo que nos pertenecía. Aleje esos pensamientos y me dediqué a observar mi camino, mientras Nick me seguía el paso.
El pasillo estaba oscuro, pero era iluminado débilmente por un trozo de cuarzo. Escuchamos pasos e instantáneamente nos escondimos detrás de una pared adentrandonos en las sombras, intentando que nadie nos vea. Los mutantes pasaron al lado nuestro, creando un ritmo con sus pasos. Salimos de aquel escondite y agachados nos dirigimos a la puerta principal, pase la tarjeta y esta mostró una luz roja.-¿Qué pasa?- Preguntó Nick a mis espaldas.
-¡No lo se!- Exclamé en un susurró.
Pase la tarjeta nuevamente, pero no funcionó.
-Eden...-Insistió.
-¡Cállate Nick!
Insistí, pasando aquella tarjeta pero esta vez una alarma retumbó por toda la base, el cuarzo que antes era de un débil azul, ahora era de un rojo intenso.
-¡Los Hijos de Andrómeda vendrán por nosotros!- Dijo Nick con desesperación.
-Tranquilízate no nos atraparan- Aseguré, en el fondo sabía que nuestra posiblidad de escapar era mínima.
Miré a mi alrededor, debíamos salir de aquel pasillo. Los pasos comenzaron a retumbar a lo lejos, cada vez más acelerados. A unos metros de nosotros había un conducto de ventilación.
-¡Allá!- Dije señalando aquel lugar.
Nick siguió mi paso, algo asustado. Reuní algo de fuerza y con la ayuda de Nick, logramos abrirla. Me subí y luego ayude a mi compañero, cerré el conducto y vi pasar a los Hijos de Andrómeda, llevaban consigo las armas a las que tanto les temíamos. Nos arrastramos a través el conducto, este contenía algo de cuarzo, por lo que tuvimos que ir con más cuidado para no cortarnos.
La alarma no cesaba y la base se había vuelto un alboroto cuando se enteraron que dos de sus prisioneros habían escapado. El final del conducto daba hacia otro pasillo, abrí la pequeña compuerta y saqué mi cabeza, inspeccionando que no hubiera nada. Bajamos sin hacer ruido, y seguimos por el pasillo. Pero tan pronto como alcanzamos a hacer unos metros, un rayo de luz paso por nuestro lado, rozando nuestros brazos. Sin pensarlo, no echamos a correr, los Hijos de Andrómeda nos pisaban los talones y el cansancio comenzaba a notarse. ¡Debía llegar!, aquellos mutantes comenzaron a rodearnos, y tan rápido como habíamos logrado escapar nos habían atrapado. Estaba apoyado en la espalda de Nick, este tenía la respiración agitada al igual que yo.
-Eden, debes irte, yo los despistare.
-No me iré sin ti.
-Claro que lo harás, debes cumplir la misión, para esto nos entrenaron- Dijo entregándome un papel doblado- Es un mapa...-Aclaró.
Una lágrima rebelde bajo por mi mejilla y la seque rápidamente. Los mutantes se acercaron y los esquive escapando de aquel lugar dejando a mi fiel compañero atrás. Me adentre en el pasillo, escuchando sus gritos de agonía. Debía apurarme los Hijos de Andrómeda no tardarían en alcanzarme. Me escondí en la oscuridad, dejándolos pasar por mi lado. Me acerqué a un poco de cuarzo que se encontraba pegado en la pared, iluminando el mapa. Busqué a donde tenía que ir y sin esperar corrí hacia aquel lugar.
Atravesé pasillos y esquive mutantes. Vi a más humanos encerrados que pedían mi ayuda pero en ese momento no podía hacer nada. Entre a la Cámara de Pyxis, aquel lugar donde se encontraban todos los artefactos de la base. Rebusque entre aquellas armas hasta que encontré lo que buscaba, aquel pequeño artefacto me ayudaría a respirar fuera de la base. Tomé lo que parecían ser una navaja y salí de aquel lugar. Miré nuevamente el mapa, marqué el lugar donde debía ir.
***
La escotilla estaba trabada, pero con un poco de esfuerzo logré sacarla. Apreté el botón de aquel artefacto que en un instante hizo que una capa gelatinosa rodeara mi cuerpo y luego se apagara a el fuertemente. Salí de la base y me sorprendí al ver aquellas estrellas, era hermoso, la oscuridad del espacio me atraía. Tuve que agarrarme fuertemente de las barras, a causa de la gravedad. Y comencé a bajar lentamente.
-¡Azan recxon!- Dijo algo detrás de mí, eche una mirada fugaz y me llevé una sorpresa.
Nuevamente me seguían los Hijos de Andrómeda. Aceleré mi paso, soltandome por largos períodos de tiempo ya que estaba en deventaja -a ellos no les afectaba la gravedad-. Se acercaban rápidamente, y en ese momento decidí que debía soltarme y dejar todo a la suerte o lograrían atraparme. Cerré mis ojos fuertemente y aflojé el agarre. Pronto los abrí y los lazers de aquellos mutantes comenzaron a pasar muy cerca de mí. Intenté agárrame de varios tubos para llegar mejor al satélite pero simplemente no podía, solo lograba empujarme aún más rápido. Cada vez mi objetivo estaba más cerca y los Hijos de Andómeda más lejos. Sin pensarlo me abalance sobre el satélite, obteniendo una dura caída. Escale por el fino tubo y saque aquel transmisor de mi pantalón, lo coloqué, apreté el botón rojo y se desplegó una pantalla de un celeste claro, por la que pude ver a los mutantes acercarse. Introducí la contraseña y esta lanzó una onda revelando la ubicación de la base. Sonreí, cumplí mi misión, volvería a casa. En ese instante de alegría, algo atravesó mi pecho, la sangre voló en pequeñas gotas que mantenían su forma, mi cuerpo fue empujado con brutalidad a la oscuridad del espacio, las estrellas se hicieron más pequeñas de lo que ya eran, mis ojos se cerraron sin que yo lo pida, y pronto deje de pensar.
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Versión Original Publicada: 2 de octubre de 2016
Versión Editada: 21 de Agosto de 2020
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Cuentos de Ciencia Ficción.
Science FictionLa novelas con extensos capítulos no son las únicas maneras de llegar al lector. En este apartado apuesto por los cuentos cortos dentro del género de Ciencia Ficción. Entonces te ofrezco un par de historias con galaxias, realidades alternas, poderes...