Capítulo 4: Nuevas etapas.

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Invitamos a pasar a nuestros familiares al salón, y nos ofrecemos a hacer unos cafés para ellos. Nuestro plan de salir a desayunar seguirá en pie. Los cuatro nos miramos desconcertados, y noto un poco de preocupación en los ojos de Reece.

—Todo va a ir bien, chicos. Tened fe. —Nos anima George, sonriendo. Yo asiento y les sonrío de vuelta. La atmósfera que nos rodea ha pasado de ser una muy pesada y con angustia, que podía llegar a estrangularte si la dejas, a ser una ligera, repleta de amistad y ánimo.

Cada uno coge una taza y prepara el café pedido por su familiar. Me quedo mirando a los huecos que hay entre los azulejos de la pared, trazando con mis pupilas su forma rectangular. Alguien pasa un brazo por mi cuello y me atrae a su pecho. Pasa repetidas veces su mano a lo largo de mi brazo, logrando calmar mis nervios, que soy incapaz de exteriorizar por no dar pie a que los chicos se preocupen. Miro los ojos marrones que, a su vez, me observan preocupados.

—Todo va a ir bien, Char, vas a cumplir tus metas, te lo aseguro.

—Y nosotros vamos a estar contigo viendo cómo creces. —Añade Reece, acercándose.

—Incluso cuando caiga la noche y tengas miedos o inseguridades que se quitan con una buena película y un rato de calidad con los amigos. Para lo bueno y lo malo. —Habla esta vez el rubio.

No me resisto y abrazo a mis tres chicos con todas mis fuerzas. Las pequeñas esperanzas de que, aunque no sea lo que había planeado toda mi infancia, las cosas vayan sobre ruedas viviendo con ellos afloran de nuevo en mi cabeza, haciéndose el doble de grandes de lo que antes eran. "Todo va a ir bien" me repito las veces que es necesario para dejar de temblar. Una vez los tres estamos lo suficientemente seguros de que, pase lo que pase, vamos a estar bien, nos dirigimos al salón, donde hemos colocado las sillas en forma circular para poder vernos todos, y darnos algo de apoyo por si las noticias no son las mejores.

—Bien, chicos, tenemos que tratar un tema un poco delicado para todos. —Anuncia Natasha, la madre de George, haciendo que me tense de nuevo.

—Hemos tenido que hacer un cambio de planes de última hora respecto a tu piso. —Continúa mi tío, señalándome. — Por lo que tendrás que vivir con los chicos este año.

Cuando mi tío termina su frase, los tres chicos saltan de sus asientos, al lado de sus respectivas madres, y gritan eufóricos. Mi tío me mira sonriendo, y yo le miro extrañada. Estoy feliz porque vivir con los chicos es una experiencia genial, pero no entiendo por qué no me lo dijo desde un principio. De repente noto dos brazos levantándome de la silla. Río cuando Reece me sube a su hombro y empieza a hacer un baile extraño. Los otros dos me miran, sonrientes y con los ojos brillantes. Me ha tocado la lotería con estos chicos. Nuestros parientes se ríen de la escena, contemplándonos con los ojos bien abiertos. Una vez mi compañero me baja de su hombro, los cuatro nos fundimos en un abrazo, lleno de cariño.

Un cuarto de hora y varias nuevas normas después, nuestros acompañantes se despiden de nosotros, dejándonos vía libre para continuar con nuestros planes. La casa es incluso más grande de lo que parece. Mi habitación está al lado de la de G, y tiene un pequeño aseo, sin ducha, que se encargó mi tío de construir.

—Entonces... ¿A dónde quieres ir primero? —Pregunta Blake, girándose para mirarme.

—A desayunar. Me muero de hambre. —Río, sobando mi tripa, que había rugido instantes antes. — No vamos a ir a Nando's, Reece. —Me anticipo, avisando a mi amigo con el dedo índice en alto.

Después de una pequeña disputa con argumentos como: "Nando's es bueno a todas horas" por parte de George y Reece, y "A veces no sé cómo estáis tan delgados, comiendo siempre comida basura" de la mía, conseguimos ir a un pequeño bar en el que sirven batidos, croissants y tostadas.

Viviendo con New Hope ClubDonde viven las historias. Descúbrelo ahora