Tragedias

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La muerte por causas naturales de cualquier persona es un suceso de inconmensurable tristeza y sufrimiento para todos, tanto para quien se encuentra al borde de la muerte como para la gente que rodea a esa persona, y estos últimos a veces son inexistentes, en cuyo caso se trataría de una muerte solitaria. Sin embargo, el dolor es aún mayor cuando se trata de un niño. Es imposible describir con palabras lo hiriente que es la impotencia de no poder hacer absolutamente nada para salvar la vida de alguien tan joven que no ha vivido lo suficiente para experimentar con los distintos aspectos de la vida. Alguien que por una muerte tan prematura no ha conocido los placeres de la vida.

Ahí estaba frente a ellos. El suceso más trágico de sus vidas. Su hija de 16 meses había sufrido un infarto mortal. El electrocardiograma abandonó el ritmo lleno de vida de los latidos del corazón y emitió un sonido para siempre agudo e invariable. Era el final. Toda esperanza se desvaneció, y el grito agonizante de los padres de la niña denotó aquel irreparable vacío interior.

A partir ahí, ambos vivieron una vida de eterna infelicidad. Ella intentó suicidarse. Todo fue en vano y murió triste y solitaria, encerrada en su propio cajón funerario: una habitación de un hospital psiquiátrico. Por otra parte, él continuó con una vida de alcoholismo y depresión, para luego acabar con su propia vida ahogándose en el mar.

Hay gente que nunca podrá sentir la felicidad otra vez.  

Cuentos cortos de tragedias, suspenso y misterioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora