Blasfemia, una tragicomedia

7 1 0
                                    

No importaba cuanto lo molestaramos, el pequeño "X" siempre era indiferente a nuestros insultos y se alejaba con el dedo corazón más arriba de su frente.
Para ser sincero, lo estimaba, estimaba su forma de ser.
Quien de verdad lo quería lo llamaba "Blasfemia".
Esta es la historia de Xavier Cruz Álzate, un joven de 16 años con un vacío existencial tan grande como su indiferencia a la sociedad.
Vivía sólo en la casa de un árbol a punto de su declive, ¿sus padres?, Ni el los ha de recordar.
¿Hermanos? Creo que el cachorro callejero de la esquina al menos a jugado con mas seres de su especie.

En clase no era el típico apático que se sentaba atrás en un rincón, no señor, el sólo se sentaba enfrente de todos tras la puerta, nunca supe si era para que miraramos su miseria o para el ver la nuestra.
A la hora del receso, estar debajo del tinaco escribiendo cuentos de terror y poemas de desolación era su afición. Y vaya que también se le daba eso de inventar maldiciones, insultos y mentadas que ni el más ruin de Villa Mierda, entendía.

Es una lástima que ya no se haya pasado por alguna calle de la ciudad, ni la trabajadora social, que era con la que más interaccionaba, sabe donde esta.

Los vecinos, alumnos, maestros, incluso algún perro mágico que en algunas de mis aventuras me habló, y dijo:  "Ya debe descansar en paz". La única prueba de esa oración sólo era un revolver manchada de sangre con balas acomodas al estilo Ruleta rusa.

Se pintaba los párpados con una raya en medio en sentido vertical, no se si me explico, vestía un antifaz de fiesta del siglo XV. Su voz tan ronca parecía que raspaba como piedra a sus cuerdas vocales cada vez que emanaba un sonido de su boca, y vaya que no hablaba mucho.
Era de esos loquitos que berreaban más que respirar cuando se enojaba y siempre movían la cabeza diciendo "No" en toda ocasión.

Pobre chico, el lo único que cumplía eran penurias, pareciera como si estuviera condenado a vivir en esa cárcel robusta de piel y pelo a consecuencia de sus cambios hormonales poco atinados, a veces creo que yo no estaría contando esto si no fuera por el. Es más, sería un triste licenciado amargado en ve de un "Jubiloso sarcástico cuenta cuentos".

Tenía taaaanta mala racha que decían que su ángel guardián le vendió su cuidado al mismo diablo, y que si tuviera una hada madrina se habría suicidado. Me da tanta pena como ansias de contarte un secreto, no le digas a nadie pero Blasfemia soy yo...

De Mi, Para Mi Y Por MiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora