Capítulo VIII

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—¡Lo tengo!, ¿y si no tuvieras que leer?— le dijo Neil a Todd.

—¿A que refieres Neil?— le preguntó el más bajo.

—¿Y si solo fueras a escuchar?— insistió.

—Pero...— trató de negarse pero Neil lo interrumpió.

—Nada de peros, ¿te veo allí?— le preguntó.

Todd lo miró y pareció pensárselo un largo rato.

—Está bien— asintió rendido al ver que Neil no se echaba atrás con facilidad.

—¡Si!-— exclamó satisfecho el castaño saltando de alegría y se marcho.

Todd sonrió al verlo irse. Era un gran chico, y le alegraba tener al fin un amigo.

Mientras, Neil dirigía a la batalla más difícil. Convencer a Lisa.

Supuso que estaría en la biblioteca así que ahí es a donde fue. Abrió la puerta de madera que tenía esa placa de metal con ese mensaje tan trillado con el mayor silencio que pudo, y lo primero que hizo fue buscarla con la mirada.

—Ahí esta— susurró al verla.

Estaba tan guapa como siempre, sola en una esquina del salón con la cabeza metida en un libro que no parecía pertenecer al programa de lectura de la academia.

Tomó un libro al azar del librero para sonar convincente y se sentó junto a ella.

Al sentirlo, Lisa lo miró de reojo.

—¿Neil?— preguntó algo extrañada.

—¡Lisa!, no te había visto— mintió.

Ella lo miró con los ojos entrecerrados.

—No imagine que te gustará leer Sheaksper— le comentó y el la miró extrañado unos instantes antes de comprender.

—Ah si, me fascina— respondió tragando saliva disimuladamente.

Oh dios, sabía que comenzaría a hacer preguntas. El castaño había comenzado a ponerse nervioso.

—¿Cuál es tu obra favorita?— le preguntó la pelinegra.

Vamos, piensa Neil piensa.

—Romeo y Julieta— respondió rápidamente.

Eso estuvo cerca.

—¿A sí?, que genial— comentó ella.

Parecía que había pasado el peligro.

—¿Y ese libro te parece interesante?— le preguntó señalando el libro de tapas rojas que ahora Neil tenía en sus manos.

—Si, si, es muy interesante, me encanta— se apresuró a contestar.

Ella sonrió algo burlona.

—Si, notó cuanto te gusta, es tanto que hasta puedes leerlo al revés—

Mierda.

Neil vio las letras y las tapas del libro. Efectivamente, estaban al revés.

Lo único que pudo hacer fue reír de forma nerviosa rascándose la nuca.

—¿Que quieres Neil?— le preguntó finalmente cerrando el libro que leía.

—Que vayas a la inauguración del club esta noche— admitió al fin mientras ambos sostenían miradas.

Lisa rodó los ojos.

—Ya te dije que no tengo tiempo para esas estupideces— respondió levantándose y caminando a toda prisa hacia la puerta.

Obviamente Neil la siguió.

Una vez que salieron de la biblioteca, el castaño la tomó del brazo antes de que pudiera salir corriendo.

—Sueltame Neil— le dijo con voz fría. El cabello le tapaba sus bellos ojos azules.

—No son estupideces Lisa, si pensaras eso no habrías estado leyendo aquel libro de poesía en la biblioteca— le dijo sin soltarla.

Ella abrió los ojos sorprendida. Había visto su libro. No supo como responder.

—Por favor Lisa, si te gusta la poesía no te contengas. Carpe diem...— le suplicó Neil.

Esas últimas palabras casi hacen su corazón explotar. Eran verdaderas, y antes de Neil, esa persona se lo había dicho. Apretó los dientes y sintió como el castaño soltaba lentamente su brazo.

—Carpe diem Neil— dijo en un susurro casi inaudible pero el la oyó perfectamente.

Una pequeña sonrisa se dibujo en los labios de ambos y esas palabras fueron suficientes para comprenderse. Ella iría.

—¿Quieres ir comer algo?— le preguntó Neil.

—Sólo si tu pagas— respondió ella.

—Con gusto— sonrieron ambos.

Carpe diem...

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Thirteen~

Carpe Diem Forever [El club de los poetas muertos]→ En Edición.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora