Capítulo XI

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—¿Todd?—

El sonríe tímido y le extiende su chaqueta. Aunque ella quisiera negarse, en verdad se está congelando, así que la aceptó.

—Gracias...— susurró acurrucandose con la piernas contra su pecho y la vista fija en el suelo.

El la observo, como buscando que era lo apropiado de decir.

—Soy Todd Anderson— sus palabras hicieron que Lisa se sobresaltara y lo mirara con extrañeza.

—Eso ya lo se— repuso de mala gana la chica.

Anderson negó.

—¿Quien eres tú? — la pregunta golpeó a la pelinegra en el centro del corazón. Abrió sus bellos ojos azules y el corazón le saltó en el pecho.

¿Quien era ella?.

Entonces no dijo nada y el tampoco. Sin timidez apoyó su cabeza en el hombro del chico haciendo que este se sonrojara pero ella no lo noto.

Sus ojos azules se veían como una pared de cristal que retenía un bravo mar dentro de si. Y es que tal vez así era.

—Lisa, Lisa Roberts— contestó con hilito de voz.

Todd asintió. Era la primera vez que tenía un contacto cercano con una chica que no fuera su madre y, de cierto modo le agradaba que ella estuviera haciendo eso.

—Gracias, Todd— las palabras sonaban como un eco que se llevaba el viento.

Y entonces Todd pensó que, tal vez, ellos dos serían buenos amigos.

(......)

Al volver a clase lo hicieron en silencio, y agradeciendo que el profesor Keatting siguiera haciendo clase, y no otro que los enviaría a la oficina del director nada más llegar.

Se sientan en silencio.

—Retomando el tema inicial voy a citarles a un pequeño poeta, "El camino que por el que camináis desaparece tras vuestras espaldas, en ustedes está el seguir creando un camino nuevo o desvanecerse junto al anterior"— recitó gesticulando sus sentimientos.

Knox alzó la mano.

—¿De quien es ese poema capitán? — preguntó.

Keatting sonrió y la campana sonó.

—Averiguad que significa y os diré quien lo escribió, ahora marchaos a descansar— les guiño un ojo y todos se levantaron.

Lisa decidió entonces una cosa. Si iba a hacer esto y a triunfar, iba a hacerlo bien, para poder mostrarle luego a el cuanto se había esforzado.

Por eso iba averiguar no sólo el significado de ese bello poema, sino también quien lo había creado.

—¡Lisa!— la voz de Neil interrumpió sus pensamientos.

—¿Si?— preguntó ella volteando hacía el.

El sonrió nervioso sin saber bien las palabras correctas para hablar.

—Lo siento por lo de antes— Lisa habló primero mientras sus preciosos ojos azules destellaban mil emociones.

—Igual yo— se disculpó Neil rascándose la nuca con nerviosismo.

—¿Vamos?— preguntó ella.

Neil se limitó a asentir y juntos caminaron hacía la habitación que compartían con Todd.

Al llegar la pelinegra se soltó el cabello, se sacó los zapatos y se arrojó a la cama.

Neil rió, era una chica muy misteriosa, a veces reservada, a veces ruda, y a veces espontánea, pero, el que fuera un misterio en cierta forma le gustaba, porque quería ser quien lo descifrara.

Se recostó en su cama y luego llegó Todd. Hicieron un par de actividades banales y leyeron algo de poesía mientras esperaban a que cayera la noche, y que con ella, se iniciara el club.

(.......)

En el silencio de la noche no se oían nada más que los sonidos nocturnos, ah, y claro, las pisadas silenciosas de unos estudiantes que a esa hora debían de estar en la cama.

Con capuchas negras para camuflarse en la oscuridad, caminaron con sigilo por entre la nieve y los árboles secos, hasta llegar a una cuevas oculta en las tinieblas.

Entraron uno a uno, y en ese orden se fueron quitando las capuchas, dejando ver a 7 chicos y una chica, que se encargarían de dar inicio a la primera sesión del club de los poetas muertos.

Lisa sintió un corto escalofrío deslizándose por su espalda, pero lo ignoró. Observó como Neil abría un viejo libro que parecía se haría polvo en cualquier momento.

El castaño carraspeo para que todos le pusieran atención.

—Hoy damos inició a la primera reunión del club de los poetas muertos, para eso leeremos el discurso de inicio que nos fue entregado por el capitán — introdujo Neil para luego abrir con delicadeza el libro y comenzar— "Me interne en los bosque porque quería vivir intensamente. Extraer todo el meollo a la vida. Desterrar todo lo que no fuese vida, para así, no descubrir en el instante de mi muerte, que no había vivido"—

Todos se quedaron en silencio meditando aquellas palabras.

Era una invisible sesión de poesía en medio de la noche, donde luego Charlie tomó la iniciativa con sus bellos y cortos besos cuyo único problema era la arrogancia, pero aquel era su estilo y así estaba bien.

Entonces, la respuesta estuvo de pronto demasiado clara en la mente de la pelinegra. Sus ojos azules mostraron un brillo especial.

Ya conocía el significado del poema que les había recitado su capitán, y más aún, ya sabía perfectamente quien lo había escrito.

Una ráfaga resoplo en las afueras del bosque iluminada por una plateada luna en todo su esplendor. Y nadie se imaginaba que en un lugar de una pequeña academia, en un pequeño bosque, en una invisible cueva, un grupo de jóvenes se reunía a saborear la poesía. A sentirla.

*******

¡Eh regresado! *hace un baile mágico y arroja brillantina* ok, ok, suficiente.

Me alegra estar de vuelta y espero que les haya gustado el capítulo. Muchas gracias por leer ^^. Bye!

Thirteen~

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⏰ Última actualización: Dec 16, 2016 ⏰

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