¿Conocéis la mitología? Griega, romana, egipcia, nórdica.... lo que sea . ¿Y si os digo que todas existen ? Todos sus dioses viven en perfecta armonía, interactuando solo con sus respectivos creyentes. Pero hay un problema ... con el tiempo el ser...
Me desperté en una silla, sin poder moverme. Veía borroso y me dolía mucho la cabeza. Estaba en el centro de una sala que parecía hecha de metal, y a mi lado estaba Rubius. -¡ Psss! ¡ Despierta ! - Poco a poco abrió los ojos. Recordé lo que había pasado, y cómo ese monstruo me había atrapado. Pasó algo de tiempo hasta que me dí cuenta de que habían otras dos sillas delante de nosotros. La que estaba enfrente mío atrapaba a una niña pequeña, con un vestido de muñeca, dos coletas y un babero con el nombre de Crybaby . Enfrente de Rubius había otra silla con otro niño, de pelo castaño y de unos cuatro años, al igual que la niña. Ambos tenían lágrimas en los ojos, pero no lágrimas naturales, sino lágrimas pintadas, como si hubieran sido tatuadas en su piel, y ambos tenían nuestras insignias de los Mensajeros.
Al despertar Rubén entraron en la sala un grupo de gente por una puerta detrás de nosotros. Los primeros eran el de los tentáculos y Sans, acompañados de dos tipos con bata de laboratorio. A continuación entró ( no me lo podía creer) un tipo de pelo verde y con mirada de loco. - El Joker- murmuré, lo suficientemente bajo como para que no me oyeran. También entró una chica de pelo negro, botas negras, camiseta negra, etc. Me recordaba al chico que había visto en mi sueño. Sin embargo, tenía un dibujo de un sol en la parte de atrás de la camiseta. De repente, Sans dijo: - Bueno, bueno... chicos, vais a pasar un mal rato. - Y se rió.- Esto es muy simple; ¿ Por qué os hemos capturado? Fácil. Necesitamos destruir a vuestros dioses, queridos... Mensajeros. Y para ello primero necesitamos 'exprimiros', destruiros a vosotros, robar vuestra esencia... Desgraciadamente, no hemos podido capturar a todo vuestro campamento ( en verdad, solamente a vosotros) pero pronto vuestros compañeros vendrán a buscaros. - se colocó delante nuestro- Rápido y simple: os vamos a torturar. Delante hay dos sillas con un muñeco budú. Sabéis como funciona, ¿verdad?. El tuyo -se dirigió a mí- es Crybaby. El de Rubius, se llama Sam. Os mantendréis despiertos mientras el experto en torturas, el Joker, hace su trabajo. - ¡Que comience la fiesta! - dijo este mientras se reía hasta llorar. Se dirigió a Crybaby.
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El Joker me miró fijamente y sonrió. -¿ Sabes? No me gustan las personas serias. ¡Vamos a ponerle una sonrisa a esa cara! Cogió a Crybaby y la pegó a la silla. Al mismo tiempo, a mi me sucedió lo mismo, como si el Joker me manejara a mí en vez de a la niña. Cogió dos chinchetas y las acercó a la boca de Crybaby. Mejor decidí no mirar. Las dos soltamos un alarido en señal del dolor. Abrí los ojos. A Crybaby le sangraba la boca, y tenía una sonrisa forzada, sujeta por las dos chinchetas. Yo también tenía esa sonrisa falsa, pero no había chinchetas ni sangre. En su lugar, de mi boca salía pintura en polvo, como si yo fuera un saco y al darme se desprendieran aquellas motas. Era horrible. En ese momento entendí lo que significaba que me exprimieran. El dolor no era normal, era como si te arrancaran la energía de tu cuerpo poco a poco. Y eso solo era el principio. -¿ Te ayudo con el otro? - dijo Sans. Se acercó a Sam y el Joker le lanzó dos chinchetas que cogió al vuelo. Miré a Rubius. Estaba en tensión, con los ojos apretados tratando de liberarse de la silla, pero era inútil. Sans repitió el proceso con Sam, y Rubius y él chillaron. A Rubius, en vez de pintura, de la boca le salían chispas. Estábamos temblando. Sans sacó de una maleta unos martillos y unos clavos. Volvía a tener tan sólo un ojo. El Joker los tenía inyectados en sangre. ¿Sabéis ya lo que querían hacer con los martillos y los clavos? Echadle imaginación.
No sé cuánto tiempo estuvimos ahí. Solo cerré los ojos, dejé que las lágrimas recorrieran mi rostro y alejé mis pensamientos lo más que pude del dolor, pero era inevitable. Tenía mucho frío, tenía todo el cuerpo cubierto de pintura de varios colores y empezaba a perder la conciencia. Rubius estaba quemado. Cada cierto tiempo se estropeaba de tanto soltar chispas y su cuerpo empezaba a tostarse poco a poco. Por fin me quedé dormida esperando que sólo fuese una pesadilla, y diciéndome a mí misma que mañana será otro día y que saldré de aquí.