Preguntas retóricas

479 37 3
                                    

Me recargue contra las tablas de madera que me separaban del Océano, el paseo marítimo en Seattle era uno de los grandes atractivos de la ciudad, tal vez no era el más importante, pero era muy bonito y uno de mis lugares favoritos para visitar cuando me daba cuenta que necesitaba contacto humano después de jugar 24 horas en internet.

El día, aunque un poco fresco, era excelente para dar un paseo por el lugar y disfrutar del agradable sol que nos regalaba su presencia el día de hoy. Esperaba que a Bella le gustara el lugar y no pensara que era un chico aburrido y dejara de hablarme por eso.

—Hola, Edward —Giré mi rostro para encontrar a Bella a unos cuantos pasos de mi —perdón por la tardanza, no encontraba ningún puesto vacío para poder estacionar —Bella llegó a mi lado y enredo sus brazos a mi alrededor. Aunque me quede congelado por unos segundos, afortunadamente reaccione rápido y pude aprovechar la oportunidad de rodearla con mis brazos y sentirla cerca de mí.

— Ho-hola, Bella. No te preocupes, me entretuve viendo a la gente pasar.

— Me encanta este lugar, tenía muchas ganas de conocerlo. Debo de admitir que pensé que me llevarías algún lugar típico como la aguja especial o algo así.

—Si quieres podemos ir ahí, tal vez no te guste este lu...

—Ni lo pienses—me interrumpió— me encanta este lugar, en New York también me encanta ir al muelle. De verdad —insistió cuando se dio cuenta que no le creía en absoluto— ¿Qué tipo de chica crees que soy?

Empezamos a caminar con su brazo enredado al mío. Mis mejillas se tiñeron de rosa.

—Bueno, pareces del tipo agradable, simpática, amable, inteligente.

—Edward —paramos de caminar —era una pregunta retórica, no esperaba que me contestaras

—uh...yo, lo siento. Pensé que me estabas preguntando — ¡Santo cielo! Yo y mi falta de sentido común.

—Creo que es justo que te diga, entonces lo que yo pienso de ti —me guiño el ojo —Creo que eres un excelente amigo y compañero, eres muy inteligente y creo que dentro de este hombre tímido, hay un Edward que está dispuesto a dar todo por las personas que ama —nos quedamos en silencio viéndonos fijamente — ¿Estoy en lo correcto? Y esta no es una pregunta retorica

—Yo....no sé qué decir. Gracias por pensar eso de mí, nunca me habían dicho eso nunca —le confesé avergonzado.

— ¿Nunca? ¿Ninguna novia o exnovia?

—Uh... de hecho, no tengo novia —seguimos caminando mirando al frente, no era capaz de mirarla a los ojos —digamos que mi última relación no termino tan bien.

—Soy toda oídos...Claro, si quieres hablarlo.

—Ella solo me uso, robo varios de mis diseños haciéndolos pasar por propios. El problema, es que fueron diseños que le dieron regalías por varios miles de dólares.

—Auch.

—Fuimos compañeros durante la universidad y estudiábamos lo mismo. Pero ahora me doy cuenta que...nunca la a-ame —confesé a Bella.

—Lo siento, Edward. Tal vez ella no era la indicada para ti y estoy segura que la vida se lo regresara de alguna manera, lo que te hizo no estuvo nada bien —sentí como entrelazaba sus dedos con los míos.

Seguimos caminando de esa manera por algunos minutos más, manos entrelazadas y yo le señalaba a Bella algunos puntos importantes del paseo marítimo.

—Vamos a subir a la rueda de la fortuna —nos dirigí hacia la fila para subir a una de las atracciones más importantes del lugar en donde estábamos.

—Uh...no creo que sea una buena idea —Bella detuvo mis pasos —Tengo que confesar que le tengo miedo a las alturas —Esa pequeña debilidad de Bella me sorprendió.

— ¿De verdad?—Ella asintió tímidamente.

—De verdad, me aterran —Me miró con sus grandes ojos chocolates —Si quieres puedes subir tu y yo te espero aquí.

—Por supuesto que no, Bella. Estoy seguro que podemos encontrar otra cosa que hacer —le reste importancia.

Ella mordió su labio inferior, me miró a mí y luego a la gran rueda, hizo esa secuencia tantas veces que me hizo sentir nervioso.

— ¿Estas bien? —le pregunté preocupado.

—Subamos a la rueda —me tomó de la mano y caminamos hacia la fila.


—Edward. No me hagas abrir los ojos hasta que estemos arriba. No me vayas a engañar.

En cuanto nos subieron a una de las cestas, Bella había tapado sus ojos alegando que si subía con los ojos abiertos le daría un ataque de pánico y brincaría de la rueda. Yo solo me reí por su ocurrencia.

—Te lo prometo. Ahora cierra bien tus ojos porque estábamos a punto de movernos —le indiqué, volvió a tapar sus ojos y emprendimos la marcha.

La rueda empezó a moverse y Bella soltó un pequeño gritito que hizo sonreír a la persona que estaba manejando la atracción.

—Tranquila.

—Perdón, no estaba preparada.

Cuando llegamos a la parte más alta y la rueda dejo de moverse le indiqué a Bella que era el momento de destaparse los ojos. Su reacción fue parecida a la que yo tuve la primera vez que me subí. Desde aquí se miraba gran parte de la ciudad y del océano. A la distancia se podía ver una pequeña embarcación.

—Wow, la vista es increíble. Muchas gracias por traerme, Edward— Me abrazo sorpresivamente, dejándome aturdido por unos segundos hasta que escuche otro pequeño gritito proveniente de ella al asustarse por el movimiento de la cesta que había provocado.

—Tranquila—incomodó rodee sus hombros con mis brazos.


Cuando el paseo en la rueda se terminó, decidimos que era hora de marcharse, principalmente porque una tormenta se acercaba. Acompañé a Bella a su auto antes de ir hacia el mío, no quería que pensara que no era un caballero.

—Gracias por el paseo, me la pase muy bien —Paramos frente a un auto negro.

—Yo me la pase también muy bien —Ambos nos quedamos viendo por unos segundos. Este había sido el día más asombroso de mi vida. Bella era una excelente persona y amiga. No era nada parecido a lo que me imagine. Era sencilla, humilde, graciosa y muy hermosa.

—Edward —Bella interrumpió mis pensamientos.

—Ujum —giré para verla. Su cabello volaba por todas partes debido al viento que indicaba que la tormenta estaba próxima a llegar.

—No te enamores de mí.

¡No te enamores!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora