Mio

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Kei había sido posesivo desde pequeño, primero con su madre, luego con su hermano, posteriormente lo fue con Yamaguchi, pero ninguno de ellos sabía que era capaz de hacer el rubio cuando alguien se atrevía a tocar lo suyo.

— Tsk, que patético. —Se reprendió a si mismo por estar poniendo más atención a sus estúpidos pensamientos que a la clase, pero es que realmente se sentía frustrado, el recuerdo de la noche anterior aparecía en su cabeza a cada instante.

La noche anterior había sido perfecta, había salido con unos compañeros de la universidad, a celebrar la buena calificación en un examen, había llegado encontrándose con su novio metido en la cama con el torso desnudo, mientras leía un libro que fácilmente podía reconocer como de la universidad.

Kei estaba distraído, las palabras de sus compañeros lo habían dejado un poco incomodó, según había entendido uno de los chicos había sido engañado por su novia, al parecer esta chica había estado enamorada de otra persona y lo había usado solo para olvidar a esa persona.

El rubio sabía que su situación se podía considerar similar a la  de su compañero, pero evito los comentarios, después de todo Kuroo  estudiaba en la misma universidad que él, no era sano que algún tipo de rumor se esparciera.

Kei entró a su departamento sabiendo que encontraría a su pareja, Kuroo estaba recostado en la cama, con el dorso descubierto y según parecía sin nada de ropa que lo protegiera del rubio.

—Kei, bienvenido

—No crees que estas siendo demasiado sugestivo esta noche. —Probablemente era el alcohol o la acumulación de días sintiendo el cuerpo caliente de su pareja a su lado, sin poder aprovecharlo lo estaban acalorando más de la cuenta, pero la sensación de su miembro, junto con la angustia que se había instalado en su pecho no lo dejaban pensar.

Kei fue rápido, de un movimiento había dejado el cuerpo de Kuroo completamente a su vista, cada musculo, cada marca, cada parte de su piel estaba frente a sus ojos, sus manos avanzaron por el plano abdomen del moreno, a pesar de su musculatura sus costillas podían distinguirse bajo su piel.

—Tsukkiii. —Kuroo sentía su miembro tirante, con los años había descubierto que Tsukishima tenía miles de facetas, podía ser el hombre más frio del mundo o un niño consentido que necesitaba que lo mimaran, pero si había una faceta de la que Kuroo jamás se cansaba, era la que estaba frente a sus ojos, ese que lo dominaba, que tomaba el control como una bestia y que perdía la razón y la conciencia mientras lo llevaba al borde de la locura con el placer que le generaba.

Fue una milésima de segundo, en que los ojos de Kei se alejaron del esbelto cuerpo de su compañero, lo que necesito para que Tsukishima se percatara de la ropa que descansaba sobre una silla.

—Eso no es tuyo. —la voz del rubio sonó vacía, algo estaba diferente al seductor Tsukishima que estaba devorándose su cuello segundos antes.

—¿qué? —Kuroo siguió la mirada de su pareja. —¿eh?, no,  me reuní con Bokuto y Akaashi, tú sabes cómo es Bokuto, terminamos en la cancha y sudamos demasiado, así que me prestaron su ducha y su ro...— el de lentes no dejó que el moreno terminara, rápidamente lo giró dejando su trasero al descubierto, en una  posición incómoda para el mayor—Kei, ¿Qué demonios?

Essendo coppieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora