Bebé (parte 1)

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Kuroo sentía su vientre tensarse con cada paso que daba, había caminado más calles de lo que su abultado vientre le permitía, pero era eso o usar el poco dinero que llevaba para comprar algo que comer al medio día.

—Vamos bebé, ayuda a papi, solo serán dos días en los que tendremos que caminar a casa...

Llevaba cerca de tres horas caminando, en condiciones normales solo le habría tomado una o lo máximo hora y media en llegar a su trabajo, pero con su vientre de ya seis meses, no le permitía si quiera mantener un paso relativamente rítmico.

Por un error de cálculo, fue en su último año de universidad en que conoció al chico con el que mantendría una relación y a quien terminaría entregándose, terminando con ese pequeño creciendo en su vientre.

Sus padres rápidamente le habían dado la espalda, su padre le había indicado que debía abortar o que simplemente debía olvidarse de ellos, logrando que el moreno saliese con un pequeño bolso con algo de ropa y un par de cosas de su ahora, antiguo cuarto.

La universidad rápidamente había anulado su beca deportiva, indicando que por mucho que fuese un buen alumno, no existía otro beneficio que pudiese cubrir el total de los costos de su carrera en ese momento.

Por lo que el moreno, simplemente congeló su carrera, esperando poder reunir el dinero para pagar esos últimos semestres.

Había logrado conseguir un trabajo a pesar de estar esperando, una tienda en el centro, el sueldo no era el más alto que podría conseguir, pero los dueños solían ayudarlo, incluso ellos le habían ayudado a encontrar el pequeño cuarto en el que ahora tenía sus cosas y las para su bebé.

Todo había ido bastante tranquilo, hasta esa semana, en la que comenzó a sentirse más débil de lo normal y ante el miedo de que su hijo estuviese teniendo algún problema, había gastado el dinero del transporte, en una visita al hospital no presupuestada.

Luego de un par de respiros, el moreno sacó su móvil, esperando tener el suficiente tiempo para llegar al centro antes de que la tienda abriese, cuando sintió un tiró que le hizo perder el equilibrio, cayendo directo al suelo, notando solo entonces que le había arrebatado el móvil de las manos.

—Demonios...—Llevó las manos a su vientre, sintiendo como se apretaba y dolía, respiró de manera pausada y llevó la mano entre sus piernas, recordando como el médico le había dicho que cualquier sangrado podía ser de riesgo y que debía ser atendido con rapidez.

—¿Kuroo?—el moreno levantó la mirada, encontrándose entonces con unos firmes ojos dorados, el joven iba en un automóvil, que se había detenido a casi un metro de distancia.

—Tsukki, ha pasado mucho tiempo...—el moreno deseo poder ponerse de pie y acercarse al otro, pero su vientre se sentía cada vez más apretado.

—¿Qué te ocurrió? — Kei salió del vehículo, notando entonces el abultado vientre del antiguo capitán de Nekoma. — ¿Estas...?

—Sí, bueno, perdí el equilibrió y ahora este malcriado no me deja levantarme...—Señaló su vientre. — Sé que es mucho pedir, pero crees que puedas hacerme a la estación de trenes.

—¿Planeas viajar así? —Kei sintió ganas de golpear al moreno, pero se contuvo.

—No, es que trabajo muy cerca, no quiero llegar tarde.

El rubio dudó por un momento, pero simplemente asintió, ayudando al moreno a levantarse, esperando, sintiendo que algo dentro de su pecho se sentía pesado con solo ver el vientre del otro.

—¿Cuántos meses tienes? — Kei se había puesto nuevamente frente al volante, sin mirar en ningún momento al moreno.

—Seis, bueno un poco más, pero podemos resumirlo en seis.

—Debes estar feliz, recuerdo que cuando te enteraste de que podías concebir no reaccionaste muy bien.

—Bueno, fue extraño en un principio, pero desde que supe que este pequeño estaba en mi vientre, bueno en realidad las cosas cambiaron, mi idea de que una vida estuviese en mi cuerpo fue chocante, pero terminé por aceptarlo.

—Tú pareja debe estar muy contenta. —Kei apretó el volante, recordando las veces en que había soñado en tener una familia, en que la idea de estar con el moreno lo habían llenado.

—Solo somos este pequeño y yo.

El resto del camino fue bastante silencioso, pero antes de que el moreno bajase del vehículo, habló, esperando que otro aceptase su oferta. — Podríamos comer uno de estos días, para ponernos al día con lo que ha estado pasando en la vida del otro.

—No creo poder, estoy un poco corto de efectivo, yo...

—Yo invito, para celebrar además a ese pequeño que traes de polizón, dame tú número y...

—Me robaron...—Kuroo bajó la mirada, con un gesto de vergüenza en el rostro. — La razón por la que estaba en el suelo era esa, me quitaron mi móvil y...—La voz del moreno se quebró, sintiendo el nudo en su garganta y como sus manos parecían temblar.

—Kuroo...—Kei notó las lágrimas que ahora bajaban por las mejillas del moren.

—Son las hormonas, lloro por todo ahora, no me hicieron nada, solo se llevaron el aparato mientras lo tenía en las manos, pero...—Tetsuro se llevó las manos al rostro, estaba asustado.

El rubio estacionó el vehículo y simplemente soltó su cinturón, dándose la movilidad que necesitaba para poder abrazar al embarazado a su lado.

—Tranquilo, todo estará bien...

Ambos se quedaron abrazados en esa posición, el calor del cuerpo del otro los tranquilizaba, como si los años no hubiesen pasado.

Kei bajó su mano hasta el vientre del moreno y cerrando los ojos deseo tener una oportunidad, sintiendo un suave golpecito en el lugar que estaba tocando.

Kuroo por su parte deseo que ese bebé fuera de Kei, que su vida fuese un poco más tranquila, que pudiese ofrecerle algo a su hijo y al rubio que lo abrazaba, cuando la verdad, es que no había nada en su vida para el otro.   

Essendo coppieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora