Confrontación

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Al día siguiente, llegué a la escuela, entré a mi salón y me senté en mi asiento. Yo había llegado unos minutos antes, y al entrar al salón de clases, noté que Liliana aún no había llegado.

Después de unos minutos, más personas fueron llegando al salón, entre esas personas, Liliana. Ella llegó, y sin dirigirme siquiera una mirada, se sentó en su asiento, el cual estaba detrás del mío. Noté como vestía unas brillantes flats color crema. Ese día todos veníamos vestidos de forma casual, ya que era el aniversario de la escuela y nos permitían tener esa costumbre para ese día festivo.

Pasaron las clases una tras otra, y nunca nos dirigimos la palabra, sin embargo, ella estuvo constantemente recargando sus flats en mi espalda baja, y de vez en cuando golpeaba ligeramente mi cadera con sus flats. Mi uniforme se había manchado con la suciedad de la suela de sus flats.

Cuando el timbre indicando el recreo sonó, salí del salón y me dirigí hacia el mismo lugar donde siempre pasaba mi tiempo de recreo. Esperé unos minutos hasta que Liliana apareció con una libreta en sus manos, mientras sonreía.

Dentro de mí, sabía que ella iba a obligarme a seguir cumpliendo sus órdenes. Sin embargo, no podía actuar de forma sospechosa, así que decidí comportarme como si no esperara que lo sucedido el día anterior se repitiera.

"¿Manché tu ropa? Es una pena, mis piernas necesitaban recargarse en algo," dijo Liliana.

"Muy graciosa, ¿ahora qué quieres?" intenté mostrar una cara de fastidiado.

"Eres muy tonto, ¿tú qué crees? Qué hagas tu trabajo, retardado," dijo mientras ponía sus manos en su cadera.

"Eso fue cosa de ayer, y ya no se repetirá."

"¿Ah, sí, estás seguro de eso? No me molestaría cumplir mi palabra."

"¿Qué quieres que haga?" pregunté con tono derrotado.

"No puedo creer que seas tan tonto, ¿apoco ya se te olvidó como hablarme?"

"¿Qué debo hacer, Diosa?" le dije.

Ella aventó hacia mí la libreta que traía en sus manos, la cual tomé en el aire antes de que cayera al suelo.

"Quítate de ahí y arrodíllate ante tu Diosa, ¡ahora!" exclamó marcando control del momento.

Dejé la libreta en la jardinera en la que estaba sentado y me arrodillé con mi cabeza inclinada hacia abajo, mirando sus pies mientras ella se sentaba.

Ella cruzó sus piernas y dejó caer un lápiz al suelo.

"Acércate más a mí, abre la libreta en la guía para el examen de hoy, y comienza a contestarla mientras lames la suela de mis flats."

Me acerqué más a ella, tomé la libreta, recogí el lápiz del suelo, localicé la guía en la libreta y mientras apoyaba en mis piernas para escribir, fui lamiendo la suela de sus flats, empezando a deslizar mi lengua desde el talón hasta la punta, una y otra vez; despacio y rápido.

Pasaron unos minutos en silencio, hasta que Liliana fijó su mirada en mí.

"Quítame mis flats."

Apenas escuché su orden, solté el lápiz sobre la libreta y puse mis dos manos en sus flats, y antes de quitárselas, ella interrumpió con un grito.

"¿Qué demonios haces? ¡Nunca te ordené que dejaras de contestar la guía! Eres tan inútil que tengo que decirte cómo hacer las cosas. ¡Tienes que usar tu boca, esclavo!" dijo furiosamente.

Obedecí sin pensarlo; mientras seguía contestando la guía, usé mis dientes para quitarle una de sus flats, llevé mi cabeza hacia el suelo y dejé su zapato sobre el suelo. Hice lo mismo con su otro zapato.

Al descubrir sus pies, noté que tenía las uñas pintadas de color rojo fuerte. Sus pies dibujaban una forma perfecta, con una curva que parecía moldeada por el mejor escultor del mundo. Los dedos de sus pies tenían un tamaño promedio, y las plantas de sus pies lucían impecables, como si sus pies nunca hubieran pisado el suelo.

Fue en ese momento, en el que, involuntariamente, mi cuerpo se dejó caer sobre ellos, dejando mis labios a milímetros de distancia.

"Huélelos profundamente, ¡y no dejes de escribir!" dijo ella.

Su voz me despertó antes de que besara sus pies; y empecé a oler profundamente. Desde este momento, estuve luchando contra mí mismo para no perder el control, así que seguí contestando la guía mientras inhalaba y exhalaba de forma prolongada.

El tiempo pasó hasta que el recreo terminó. Logré terminar la guía justo apenas sonó el timbre.

"¿Terminaste?" empujó mi cara con la planta de su pie, obligándome a retroceder.

Miró hacia la guía, y se dio cuenta de que estaba terminada.

"Sí, Diosa," le dije.

"Más te vale. Dame la libreta y pon mis flats de vuelta, ¡rápido!" tronó sus dedos para indicar que me diera prisa.

Inmediatamente, le di la libreta y le puse sus flats delicadamente en sus pies.

"Tírate en el suelo," dijo ella.

Me tiré en el suelo boca arriba. Ella se bajó apoyando sus pies encima de mi cara, y salió.

Me levanté, esperé unos minutos, y salí.

LilianaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora